La Razón y el Corazón (Draco y Hermione) [COMPLETA]

Capítulo 65: El verdadero traidor (2/3)

Habiéndose calado las capuchas de sus capas negras hasta las orejas y con andar cabizbajo, Harry, Ron y Hermione caminaron apresuradamente entre las filas de Mortífagos. Con sus atuendos era difícil reconocerlos. Sólo debían tener cuidado y no mirar a nadie a los ojos, pues los reconocerían de inmediato.

Por desgracia, no habían llegado a tiempo a la fuente. El ejército oscuro les llevaba bastante ventaja y cuando llegaron, ya se encontraba allí. Lucius había dado órdenes de rodear el perímetro para tener bien vigilada la zona, ya fuera para capturar a los tres chicos como para evitar que ningún otro extraño entrase.

En el centro del claro había una pared rocosa llena de musgo. A simple vista parecía una piedra normal, pero, en el centro, un hilo de agua salía del saliente rocoso y caía hasta el suelo, siendo devorado por la tierra verdosa a sus pies. Esa era la Fuente de la Eterna Juventud. Por eso era tan difícil encontrarla. No era más que un chorro de agua saliendo de una roca camuflada por el ramaje y las plantas en medio de un gran y peligroso bosque.

Aparte de Lucius, sólo los generales de más alto rango en la orden estaban en el claro, y también Draco, su único hijo. En total, habría unos quince o veinte Mortífagos alrededor de la roca.

Los tres amigos se acercaron con cautela, sin aproximarse demasiado para no ser descubiertos. A un lado, estaban sus amigos, junto a un árbol, escuchando a Lucius. Ya nadie los tenía sujetos, ni estaban atados, pero no tenían sus varitas y, estando rodeados, no podían hacer nada más que mirar cómo el alma del malvado hombre se hacía inmortal.

- Queridos amigos – empezó Lucius –, invitados – dijo, señalando a sus prisioneros de Hogwarts –, hijo. Hoy es un gran día para todos nosotros. Los Mortífagos hemos sido perseguidos desde hace generaciones. Nos han prohibido, castigado y encarcelado sin piedad alguna. Nuestro señor, el Señor Tenebroso, lo dio todo por nosotros. Él sabía muy bien que el mundo no podía regirse por estas reglas, que la magia negra no debía estar prohibida, que los magos no deberíamos tener que escondernos ante los ojos muggles. ¿Qué significa un muggle para nosotros? Nada. ¡Nada! Un no mágico no vale la pena proteger, ni tener en cuenta. Nunca más tendremos que escondernos. Nunca más tendremos que sentirnos inferiores, porque no lo somos. La magia oscura vencerá sobre la blanca. Dominaremos tanto el mundo mágico como el mundo muggle con nuestras propias reglas. ¡Las verdaderas reglas! Y castigaremos a todos aquellos que nos persiguieron y nos encarcelaron. ¡Haremos justicia! – gritó.

- ¡¡¡¡Síiiii!!!! – todos los generales y demás Mortífagos vitorearon a su nuevo Señor. No se perdían ni una coma del discurso inicial de Lucius Malfoy.

- Hoy empieza otra era – continuó, victorioso – El Señor Oscuro sabía muy bien que una guerra sólo triunfa cuando su líder tiene el poder suficiente para ello. Sin un líder fuerte, el ejército está perdido. Lord Voldemort dividió su alma en pedazos y la escondió en objetos de gran valor para él: los horrocruxes. El plan era bueno, pero, al final, fue vencido, y nosotros, capturados y llevados a Azkaban. Quedamos pocos, amigos, hemos pasado de ser muchos miles a ser sólo varios cientos, pero ya nada podrá detenernos. ¡Seremos invencibles!

Lucius cogió la copa con sus manos y la alzó. Su sonrisa torcida era aterradora y los ojos con los que miraba el cáliz, eran los del mismo diablo.

Ron se estremeció de miedo y rompió una rama. Lucius se volvió.

- Bienvenidos – dijo, divertido – Ya pensaba que no vendríais a ver la ceremonia. ¡Colocadlos con los demás!

Varios hombres y mujeres con capas entraron en el claro y se echaron sobre los tres amigos, que forcejeaban para liberarse. Luego, los llevaron a reunirse con los demás prisiones.