Capítulo 34: Los secretos de Dulluck (2/2)

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Ángel ya estaba esperando a Hermione cuando ella entró en la gruta. Estaba recostado en la pared del fondo leyendo un periódico y la chica no pudo evitar pensar que era extremadamente sexy. Al verla entrar, Ángel se sentó en la roca y empezó a sacar papeles.

- Buenas noches – murmuró a modo de saludo.

- Buenas noches – sonrió ella – Ha llegado el momento de que me cuentes el plan.

Ángel asintió.

- Estas son las instrucciones que me dejó el profesor antes de "desaparecer" – escogió esas palabras para que Hermione no se estremeciera de nuevo ante la idea del asesinato – Y esta es su nota de despedida.

Le tendió el papel.

Querido A.L.S:

Seguramente, cuando leas esta carta ya será demasiado tarde para mí, pero no para ti ni para el resto del mundo. Recuerda que Harry está en Hogwarts, ¡Harry Potter sigue en Hogwarts! y estoy seguro de que derrotará al-que-no-debe-ser-nombrado. Pero nosotros no podemos dejarlo solo. Tú ya sabes que la ayuda que nos estás prestando es de vital importancia. Si yo desaparezco, nadie podrá sacarte de la orden y nadie podrá enviarte información ni ayudarte a comunicarte con el castillo. Tendrás que hacerlo todo tú solo, así que aquí te escribo estas instrucciones por si llega a pasarme algo. Narna las custodiará hasta que llegue el momento. Fíate sólo de ella, te será de gran ayuda. Y, sobretodo, recuerda que a partir de ahora estás solo...

Profesor Amadeus Gluckig,

No me olvides.

Hermione le devolvió el papel al joven. Aunque Ángel no lo demostrara, seguro que había sido un duro golpe para él enterarse así de que alguien a quien tanto apreciaba había muerto, que la última persona en la que había pensado había sido en él y que le pedía que lo recordara siempre. Muy triste, francamente triste.

- Lo lamento – murmuró la leona realmente apenada - Le querías mucho, ¿verdad?

El joven miró la pared, con mirada ausente. Al cabo de unos instantes de silencio, la Gryffindor comenzó a preocuparse.

- Lo siento, no debería habértelo preguntado. ¿Estás bien?

El joven seguía distraído, como si su mente estuviera lejos, muy lejos de allí, en un lugar lejano donde las cosas eran mejores.

- Mi madre murió cuando yo tenía diez años – dijo al fin – Ella era muy buena. Una mujer maravillosa. Después de su muerte, mi padre empezó a beber y se desentendió de mí. Llegaba tarde a casa y, cuando estaba enfadado, me pegaba. Vivir bajo su techo era un infierno – hizo una pausa – Me gustaba estar en Hogwarts, así no tenía que verlo en todo el año, ni siquiera en Navidad o en Pasqua. Pero al llegar el verano... todo volvía a estar mal.

Hermione lo miraba con expectación.

- Yo siempre fui estudioso, pero con los años, me fue convirtiendo en un chico rebelde: bajé de notas, me metía en líos... Los profesores no sabían qué hacer conmigo, y pensaron que lo mejor sería que volviera a casa con mi padre, al menos, durante un tiempo.

- ¿Pero es que no les contaste que él te trataba mal? – Hermione estaba escandalizada.

- Sí, pero no me creyeron. Nadie excepto Gluckig. Aquella noche, la noche en la que me hicieron volver a casa, mi padre se enfadó. Había bebido otra vez y estaba bastante violento. Empezó a pegarme, pero yo no quería defenderme, no quería hacerle daño. Aunque, al final, tuve que hacerlo. Saqué mi varita y me defendí. Entonces, me fui de casa.

La Razón y el Corazón (Draco y Hermione) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora