Capítulo 14: Secretos (1/1)

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En cuanto Draco entró en el dormitorio, Hermione sacó de detrás de su espalda la carta de A.L.S y se dispuso a contestarle. A pesar de que lo que más la intrigaba era que el rubio hubiera faltado todo el día a clase, sabía que ahora lo más importante era esa carta misteriosa. ¿Habría sido una broma de mal gusto o de verdad el mundo mágico e incluso el mundo muggle estaban en peligro? No tenía ni idea, pero lo iba a averiguar, costara lo que costase.

Señor A.L.S,

Estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario con tal de que no haya un nuevo señor oscuro y de que la época de terror no regrese, así que, sí, acepto ayudarlo, pero sólo con una condición: tiene que contarme todo lo que sabe hasta el momento y va a tener que darme muchas explicaciones pues, como ya habrá supuesto, no puedo confiar en usted así por las buenas.

PD: Espero que todo esto no sea simplemente una broma de mal gusto, y mucho menos una trampa de la orden de los Mortífagos, o todo este asunto podría tener graves consecuencias para usted.

Atentamente,

Hermione Jane Granger

La chica metió la carta en un sobre y se lo tendió a Narna. La pequeña lechuza la agarró con el pico y se fue volando con cierta dificultad.

Hermione se sentó en el sofá. La verdad es que estaba bastante confundida. Después de todo lo que habían hecho para acabar con el señor oscuro, después de todo lo que habían sufrido y a toda la gente que habían perdido, ¿cómo podía ser que no hubiera servido para nada? Todo podía volver a empezar y eso no podía permitirlo. Quería contárselo a Harry, necesitaba decírselo al menos a él, después de todo, era el elegido, pero de momento no le quedaba más remedio que esperar y aceptar las condiciones del misterioso mensajero. Sin embargo, sabía que, a pesar de haber prometido no contarle a nadie nada acerca de la carta, no sería capaz de guardar el secreto durante mucho tiempo.

Entretanto, Draco se paseaba por la habitación. Había arrojado su mochila y sus libros al suelo y apretaba los puños con enfadado. Llevaba tiempo sabiendo que esto ocurriría, pero había tenido la esperanza de que después de la gran batalla todo hubiera acabado, pero no fue así, todo continuaba. Eran muy pocos los que sabían ese secreto, pero Draco estaba entre ellos y no sabía cómo actuar.

Ese día había faltado a clase, pero no sería el último. Solamente el primero de una larga y misteriosa lista de ausencias de las que nadie, salvo un único profesor, sabría el motivo.

¿Qué podía hacer él? ¿Rebelarse? No, no podía. Nadie lo respaldaría. No le quedaba más remedio que callar y seguir obedeciendo. Aunque su padre estuviera ahora en Azkaban, él seguía siendo prisionero de su apellido, de su linaje, de su familia y debía pagar muy caro la influencia que su padre había tenido en él desde pequeño.

Ahora lo tenía claro, su padre le había amargado la vida, había sido el peor padre del mundo y lo odiaba con todo su ser por eso.

El rubio se sentó sobre la cama realmente furioso. No tenía ganas de nada. Cerró los ojos e intentó olvidarse de sus problemas, pero no podía. De repente, recordó unos ojos castaños caramelo, unos labios carnosos, unas mejillas sonrosadas y una melena rebelde y rizada: Hermione. Estaba tan perdido en sus pensamientos que ni siquiera había querido discutir con ella, con esa Gryffindor peleona y rebelde que no le tenía miedo por ser un Malfoy y que no consentía que él la hiciera de menos. Siempre tenía respuestas para todo y comentarios ingeniosos con los que defenderse de los dardos venenosos que le lanzaba el chico.

En ese momento el rubio sonrió. ¿Por qué le venía ella a la mente en un momento como ese?

Era mediodía y todos estaban en el gran comedor. La leona llegó y se sentó al lado de sus amigas Ginny y Luna. Las chicas hablaban de algo que parecía ser bastante serio.

La Razón y el Corazón (Draco y Hermione) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora