Capítulo 68: Solamente tú (2/3)

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Hermione abrió los ojos y se quedó contemplando los adornos del techo, dibujos que conocía muy bien. Estaba en la enfermería. Intentó sentarse.

- Con cuidado, señorita Granger – la señora Pomfrey se acercó a ayudarla y le colocó la almohada para que estuviera cómoda – ¿Cómo se encuentra?

- Bastante mejor – dijo sin sonreír. No tenía ganas de hacerlo.

- Ya no tiene nada de fiebre y los temblores han cesado. Necesita comer algo y pronto estará como nueva.

- ¿Cuánto tiempo llevo aquí? – preguntó la leona sin mucho interés.

- Tres días. Cuando la trajeron, estaba en las últimas. No sé cómo ha podido aguantar tanto ahí fuera. Con tanta fiebre podría haber muerto. No vuelva a hacerlo – la riñó – Pero me alegro de qué esté bien – y le colocó una bandeja con algo de comida sobre las piernas. Luego se marchó.

No tardaron mucho en abrirse las puertas de la enfermería. Mucha gente quería entrar a saludar a Hermione; era la nueva heroína. Pero la anciana mujer sólo dejó entrar a unos pocos, los que ella sabía que la leona querría recibir.

- Herms, ¿cómo estás? – Luna y Ginny la abrazaron con cuidado – La señora Pomfrey dice que ya estás casi recuperada.

Hermione asintió sin muchas ganas.

- ¿Y tu brazo, Harry? ¿Cómo lo llevas? – preguntó ella con voz apagada.

- Me han reconstruido los huesos. Doloroso, pero mañana me quitarán el vendaje.

Ron la miró con preocupación.

- La enfermera dice que no quieres comer nada.

La chica negó con la cabeza y le ofreció una alita de pollo a Ron, que siempre pensaba en comer, pero este, extrañamente, la rechazó.

- No, es tuya. Debes comer tú – le sonrió, preocupado.

- No tengo hambre. Ya nada tiene mucho sentido – su mirada se dirigió a la ventana y miró el cielo. Las nubes pasaban lentas, igual que el tiempo sin él.

Los chicos se miraron unos a otros. Tendrían que hacer algo.

- ¡Herms, mira esto! – Ginny señaló un baúl lleno de regalos y de golosinas – Son para ti, de parte de todos. Saben lo que has hecho por ellos y te mandan regalos. También hay mucha gente esperando en la puerta, pero Pomfrey no les deja entrar – la leona sonrió un poco, pero no dijo nada.

- Hermy – le dijo Luna, recordando repentinamente algo – El profesor Dumbledore quiere veros a ti y a Harry en su despacho, por eso veníamos a buscarte.

Unos minutos después, los dos chicos estaban vestidos y sentados en las butacas de en frente de la mesa del director. Este les había ofrecido algo de té. Harry aceptó, pero Hermione no fue capaz de tocar su taza.

- Señorita Granger – empezó el anciano – Sus amigos ya me han contado lo que les ha sucedido estos días durante el curso. Estoy al tanto de las cartas que recibía de Gluckig haciéndose pasar por aquel muchacho y de cómo la engañó. El Ministro de Magia no presentará ningún cargo por habernos mentido – la miró con seriedad – Entendemos por qué lo hizo, aunque esperamos que no vuelva a repetirse.

La chica negó con la cabeza.

- Bien. Sólo hay una cosa que no logramos entender. ¿Cómo es posible que Lucius Malfoy muriera después de beber? ¿El agua estaba contaminada o alguna cosa que usted ya supiera?

Granger sonrió un poco.

- ¿Le ha contado Harry el momento en que salimos del lago, cuando Lucius y los suyos llegaron?

- Sí – dijo Harry – Se lo he contado. Y también que al entregarme la copa sonreíste. Por eso pensé que había sido cosa tuya.

- Como Harry estaba delante de mí, nadie me veía bien del todo, así que saqué algunas hierbas envenenadas del bolso y se las unté a la copa. Lo que estaba envenenado no era el agua, sino el cáliz. Al beber, se envenenó.

El anciano cruzó las manos bajo su barbilla y contempló con admiración a Hermione.

- Brillante, simplemente brillante. Al posar los labios en la copa, se envenenó antes de volverse inmortal.

- Eso es.

- Bien hecho – asintió Dumbledore, realmente asombrado – Es usted fabulosa, señorita Granger. Todos lo habéis hecho muy bien.

Miró un instante a los chicos, y de repente, sonrió de forma enigmática.

- Y ahora, señorita Granger, tenemos una sorpresa para usted. ¿Por qué no regresa a la enfermería?

La chica asintió. Las sorpresas ahora mismo no le apetecían demasiado. Nada podía alegrarla. Su corazón estaba triste, y no había forma de reparalo.

Harry la acompañó a la enfermería sin decir ni una palabra, él también estaba serio. Cuando entraron, la leona se dispuso a meterse de nuevo en su cama, pero el chico se lo impidió.

- Ven. Falta la sorpresa.

Al fondo de la habitación había una cortina que cubría una camilla. En principio, nunca la usaba nadie, pues era sólo para cuando la enfermería estaba muy llena o para heridos muy graves. Harry descorrió la tela blanca y entonces... lo vio. Un rubio sexy y apuesto la miraba desde la camilla.

- Hola, Hermione – dijo con un poco de dificultad. Su voz sonaba algo ronca por el esfuerzo.

- Draco, ¡estás vivo! – y se lanzó a los brazos del rubio, que se quejó de dolor – Lo siento, lo siento mucho. No quería hacerte daño – de sus ojos salieron unas lágrimas.

- Eh, ¿por qué lloras? Estoy bien.

- Es que... – se le escaparon más lágrimas – ... estoy tan contenta de que estés bien. No puedo creérmelo. ¿Cómo es posible? Te vi morir. Estabas muerto.

- En realidad no, señorita Granger – respondió la voz de Dumbledore a su espalda – Hay algo que no le he contado. Venga, siéntese aquí.

La leona se sentó en la camilla de al lado, junto a Harry.

- Bien sabrás que existen tres maldiciones imperdonables. Cruciatus, Imperiatus y el Avada Kedavra. La primera te causa un terrible dolor y la segunda controla tu cuerpo. Son horribles, pero uno puede intentar resistirse. La tercera es más complicada, provoca la muerte instantánea y sólo hay una manera de evitarla.

- Que alguien que te quiera se interponga entre la persona y el hechizo. De esta manera, te salvas, pero la otra persona muere por ti, como lo hizo mi madre – Harry se acordaba ahora de ella. De cuando era un bebé y le salvó la vida.

- Pero hay otra manera – continuó el director – Un beso de amor.

Hermione abrió los ojos, incrédula. Dumbledore se rio.

- ¿Acaso pensaba que era sólo parte de los cuentos muggles? Todo siempre tiene algo de verdad. Y ahora – dijo, mirando hacia la puerta – marchémonos. La señorita Parkinson lleva rato esperando para visitar al señor Malfoy.

Pansy entró corriendo en la sala y se tiró encima del rubio. No había estado más feliz en toda su vida. Lo abrazaba, le acariciaba el pelo, le besaba las mejillas. Hermione los miró, molesta, se dio media vuelta y salió de la sala. Estaba algo celosa.

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Hola a todos, espero que ya no sintáis tantas ganas de lincharme. Como os dije, mis historias siempre tienen un final feliz, y si prometí dramione, cumplo con ello. Siento que el capi haya quedado algo corto, pero el próximo capítulo será algo más largo, y también lo será el epílogo. 

P.D.: Seguramente subiré a wattpad el capi 69 el lunes por la tarde, y el epílogo lo subiré el miércoles (como me comprometí a hacerlo) <3 Kisses XXX

La Razón y el Corazón (Draco y Hermione) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora