Capítulo 44: Corazón de bruja (3/3)

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Ahora que Hermione tenía tan cerca al chico misterioso, el embrujo de los antifaces mágicos se desvaneció y pudo distinguirlo perfectamente. Malfoy estaba guapísimo aquella noche.

El chico estaba recostado de espaldas contra la barra de las bebidas con una copa de algo que parecía vino entre las manos. Iba disfrazado de vampiro: llevaba un traje negro muy elegante bajo el que se divisaba una camisa blanca y, sobre los hombros, llevaba atada una capa negra larga con el cuello hacia arriba. Su piel era tan pálida como siempre y unos largos colmillos blancos sobresalían de sus labios mentolados, hecho que lo hacía parecer peligrosamente deseable. Sus ojos grises, sin embargo, eran mucho menos fríos como de costumbre, casi parecía alegrarse de estar allí, frente a Hermione.

- Hola – respondió la chica algo insegura. No había sido capaz de mirarlo a la cara ni de hablar con él desde el beso en la habitación, y ahora no sabía ni cómo actuar, pero Draco se adelantó.

- ¿Te sirvo algo?

Hermione no pudo evitar una sonrisa.

- ¿Ahora eres el barman? – dijo en tono irónico, como tantas veces le había hablado él para dejarla en ridículo.

- No, graciosa – respondió algo molesto – Sólo intentaba ser educado, pero ya se ve que contigo no vale la pena, sangre sucia.

Malfoy se cruzó de brazos, enfadado, y miró hacia otra parte. Para él estaba siendo todo un logro hablarle bien a aquella hija de muggles. No es que no supiera ser agradable. De hecho, entre sus conquistas era famoso por lo delicado y agradable que podía llegar a ser. Pero de sus ligues a la realidad había un gran trecho.

Hermione también se molestó. Al fin y al cabo, ella no lo había insultado, todavía.

- Siempre tan agradable, Malfoy. ¿Sabes que te digo? ¡Eres un estúpido!

Malfoy se volvió hacia ella.

- ¿Qué pasa, enana? ¿Es que te gusta discutir?

- ¿Enana? Perdona, pero soy de tu misma edad y de casi tu misma estatura, serpiente.

- ¡Eres detestable! – el chico estaba llegando a su límite. Tenía la mandíbula apretada por la rabia y los ojos irascibles fijos en Hermione.

La chica se dio cuenta de ese detalle y guardó silencio. De repente, aquella situación le parecía triste. ¿Por qué tenían que discutirse incluso fuera de clase? Relajó los hombros y suspiró, abatida.

- Malfoy – empezó con voz serena mirándolo directamente a los ojos – Estamos en una fiesta. Te pido tregua. ¿No puedes olvidarme al menos por hoy?

Draco abrió los ojos de par en par. No esperaba para nada aquel cambio de actitud tan repentino. ¿Granger quería tregua? Pero, ¿a qué se refería con eso exactamente? Es más, ¿olvidarla? ¿Cómo podía olvidarla?

Por primera vez en toda la noche, Draco se paró a mirar a Hermione de verdad. Su disfraz era el de un hada, y estaba realmente hermosa. Había más hadas en la fiesta, pero como ella, ninguna. Llevaba un traje ajustado corto que acababa con vuelos en punta, como las hadas de cuento. El color era una explosión mezclada entre verde oscuro, verde claro, marrón canela y marrón rojizo, como si su vestido reflejara las muchas tonalidades de las hojas en otoño. Llevaba unos zapatitos planos dorados de purpurina brillante que le hacían juego con su antifaz. El cuello lo rodeaba una discreta gargantilla dorada de flores diminutas y llevaba el pelo suelto con un pasador de mariposa que le recogía un par de tirabuzones que caían en cascada. Pero el detalle más importante eran las alas. Con un hechizo, Luna había conseguido que a Granger le crecieran dos enormes y transparentes alas de la espalda que relucían con todo su esplendor. Eran tan finas y delicadas que le daban un aspecto de hada de verdad y, de hecho, gracias al hechizo, esa noche lo era. ¡Se veía ahora tan frágil y delicada con esas alas que movía a voluntad! No necesitaba colorete para conseguir enrojecer sus mejillas, pero sí un ligero toque de sombra de ojos que la hacía parecer mucho más guapa de lo que ya era.

La Razón y el Corazón (Draco y Hermione) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora