La Razón y el Corazón (Draco y Hermione) [COMPLETA]

Capítulo 67: Solamente tú (1/3)

Hola a todos/as. Esta semana no tengo excusa. Falta de tiempo, supongo, y un poco de miedo de que alguien me mate por este capi (jeje, ok no, eso era broma). Me temo que la historia está a punto de terminar, después de este capi, quedan 2 más y el epílogo. Aviso de que esta semana no voy a subir los días que en teoría  tocan (seh, mucha teoría, I know), es decir, que no subiré el jueves y el domingo, sino el día que pueda (a lo mejor será viernes y sábado, o sábado y lunes, no lo sé). ¿Por qué? Porque estoy de mudanza. Pero para que veáis que esta vez no voy a tardar, me comprometo a subir el epílogo el miércoles 6. Y ahora, sin más dilación, el capi nuevo. 

ADVERTENCIA: No me responsabilizo de los infartos que puedan ocurrir durante o tras la lectura de este capi. Asimismo, pido que nadie se alarme por lo que ocurre, confiad en mí y tened fe hasta el verdadero final de la historia. 

_______________________________________________________________

Cuando Hermione era pequeña, su madre solía cantarle una nana. Su padre se recostaba al otro lado de la cuna y ambos observaban como su pequeña iba cerrando los ojos poco a poco hasta quedarse dormida. Ahora Hermione oía esa canción. Muy cerca de ella, la música sonaba tranquilizadora y sentía como si alguien la acunara. Como si estuviera protegida. Ya no sentía el viento en la cara, ni notaba las mejillas rojas ardiendo de calor, ni el sudor bajándole por la frente y empapándole la cara. No sentía dolor, ni miedo, ni angustia. Estaba bien. Simplemente, se sentía bien.

Tenía los ojos abiertos. Estaba disfrutando de sus últimos instantes de vida antes de morir violentamente. Todavía podía ver a Gluckig sosteniendo la varita hacia ella y veía aproximarse el rayo verde a toda velocidad. Aún no la había alcanzado, pero ella no iba a moverse. ¿Qué podía hacer? Se estaba despidiendo de la vida con una sonrisa. No iba a llorar, ni a correr, ni a gritar, porque morir no es nada malo. Ya que no podía salvarse, no iba a darle esa satisfacción a su agresor. Sonreía tranquila, pues su alma era buena y no tenía nada que temer. Cerró los ojos por última vez.

«Adiós, hermoso mundo».

De repente, una sombra cruzó rápida los metros que lo separaban del claro donde se encontraba la chica y abrazó a Hermione con todas sus fuerzas. El impacto le dio de lleno y Hermione y la sombra se chocaron contra el árbol de detrás. La chica abrió los ojos.

- ¡Draco! – Hermione estaba jadeante, pero esta vez no era por cansancio; ahora sí sentía miedo. El pánico la enloquecía – ¡¡Draco!!

El rubio se estremeció y aflojó los brazos con los que envolvía a Hermione. Empezó a caer. La chica lo sujetó rápidamente para evitar que se diera de bruces contra el suelo y lo tumbó despacio. La cara de la chica era todo dolor. Nunca se había sentido tan triste en toda su vida. Draco la miraba jadeante, mientras sus últimos segundos de vida se le escapaban de entre los dedos.

Granger le tomó una mano y se la llevó a la cara.

- Draco, por favor, no me dejes – las lágrimas brotaban de sus ojos y le rodeaban el rostro hasta su cuello.

El Slytherin le acarició la mejilla.

- Perdóname – suplicó, mirándola con sus particulares ojos grises. La luna reflejaba en ellos sus rayos de luz más hermosos, iluminándolos tiernamente. Hermione seguía llorando – No llores – pidió – Te quiero, Granger – y cerró los ojos.

- ¡No! ¡¡Nooo!! – Hermione zarandeó su cuerpo, pero Draco no se movía. Lo tomó por los hombros y lo sacudió con violencia. Una y otra vez – ¡Draco! ¡Por favor, Draco!

«Esto no puede estar pasando. ¡No puede ser real! ¡Draco no puede morir así! ¡No puede!».

Hermione no podía parar de llorar. El cuerpo de Draco seguía quieto entre sus brazos, inerte, como un muñeco maleable que nunca hubiera sido más que eso, un jueguete sin vida. ¡No podía ser real! Ese cuerpo sin vida no podía ser el chico al que tanto amaba, la persona que le había salvado la vida a cambio de la suya. Ahora Hermione podía estar segura, Draco Malfoy la amaba, y había tenido que morir para descubrirlo.