Capítulo 25: Una manzana y un gracias (1/1)

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Aquella mañana, Harry y Ron llegaban de nuevo tarde al desayuno, como era ya costumbre. Ginny había dejado de darle tanta importancia, y ya ni siquiera comentaba nada al respecto, pero tanto Luna como Hermione sabían que las cosas entre Harry y su adoraba pelirroja seguían estando mal, y ninguno de los dos se atrevía a decirle nada al otro. En estas circunstancias, nada podían hacer Hermione y Luna para animar a la pelirroja que, aunque guardaba silencio y aparentaba serenidad, estaba rota por dentro, tan rota como lo había estado Hermione el día en que su querido Ron le dijo que no la amaba. Así pues, las tres brujas comenzaron a comer sin ellos.

Unos minutos más tarde, Ron y Harry entraron al Gran Comedor con la misma sonrisa pícara del día anterior.

- Buenos días, muchachos - sonrió la simpática y dulce Lovegood.

- Hola, preciosas - contestó Harry - ¿A qué no sabéis qué trae Ron?

Las tres negaron con la cabeza.

- Mirad – Ron sacó un papel de su bolsillo y se lo tendió a las chicas con una sonrisa de oreja a oreja. Era ¿otra carta?

- ¿Qué es esto? - preguntó tranquilamente su hermana.

- Pues ¿qué va a ser? Una carta de amor - y se cruzó de brazos alzando la cabeza orgulloso, como si en lugar de haber recibido una carta de una admiradora, le hubieran otorgado el Premio Anual al Mejor Mago - Vamos, leed - dijo algo arrogante.

Esta vez, fue Hermione quien comenzó la lectura:

Queridísimo Ronald B. Weasley,

por favor, no olvides asistir hoy a las seis a la biblioteca, tal como convenimos...

Luna tomó el relevo:

De no asistir, supondré que tu corazón ya tiene dueña. Aun así, te prometo dar lo mejor de mí misma para que me quieras...

La pelirroja cogió la carta de las manos de la rubia y leyó el final con muchísima curiosidad.

Para que puedas reconocerme, llevaré un lazo rojo en el pelo.

Te quiere,

Tu pequeña admiradora

XXX

- Está claro que está coladita por mí - anunció el pelirrojo con orgullo. Ahora sí podía decirse que esa carta se le había subido a la cabeza.

Hermione se había estado apretando los puños con rabia, pero ya no pudo aguantar ni un segundo más. Ron se estaba comportando como un imbécil. Después de haberla besado frente al basilisco y haberle dicho que la amaba, después de haberla luego ignorado y evitado, después de haber llegado hasta el punto de tratarla mal y más tarde haberle roto el corazón, después de todo eso, ahora se dedicaba a presumir delante suya de que ya había otra para sustituirla, y que sin saber cómo era su aspecto o más importante aún, su corazón, ya se entregaba a ella y se lo refregaba en la cara como si deseara hacerla sufrir. ¿Acaso era eso lo que pretendía? ¿Hacerla sufrir? ¿O es que era imbécil, simplemente?

La leona ya no pudo más, se levantó de la mesa y miró a Ron directamente a los ojos.

- Ronald Weasley - sus ojos castaños se tornaron rojo brillante por el dolor y la rabia. No había piedad en su mirada - ¡Créeme cuando te digo que estas cartas no son más que una broma para reírse de ti! ¡Pero bien te lo mereces por hacer sufrir a la gente de esta manera y por haber demostrado no tener en cuenta a nadie, si bien sólo a ti! - tragó saliva y se paró un momento para respirar - Así pues, ¡que te aproveche! - profirió, y ante la sorpresa de todos, recogió sus libros y su mochila y se marchó del Gran Comedor a paso firme.

La Razón y el Corazón (Draco y Hermione) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora