Capítulo 37

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Narra Matt

Toma tu maldito monstruo, Matt.

Santiago me tiró el celular y casi me golpea en la cara. Me senté un tanto adormilado, froté mis ojos y me desperecé. La noche anterior se me había hecho eterna, no podía dormir y luego, cuando al fin logré conciliar el sueño despertaba a cada rato, por cualquier ruido, por cualquier cosa y me era difícil volver a quedarme dormido.

—¿Qué pasó? —Pregunté en medio de un bostezo.

—Tu celular no paraba de sonar, tuve que apagarlo —confesó Santiago—. Creo que tu amado te estaba llamando —agregó en un puchero y cruzado de brazos. Parecía celoso.

—¿Qué? —Tomé el aparato y lo encendí—. ¿Y Luna? —pregunté mientras el celular cargaba. Todavía tenía los ojos entrecerrados, la luz que se colaba por las ventanas los golpeaba con brusquedad.

Santiago me dijo que Luna había salido a trotar muy temprano, como solía hacerlo años atrás, dijo que quería recuperar su rutina. Luego me preguntó qué quería desayunar, yo le dije que me esperara para que fuésemos a mirar qué preparábamos juntos, no me gustaba llegar a un lugar a que me atendieran, no me gustaba sentirme una molestia.

Me levanté para ir al baño. Estando allí revisé el celular, los últimos días lo había tenido sin internet, para evitar mirar a Sam en línea sin decirme una sola palabra, maldito, cómo podía olvidarse de mí así.

Cuando miré la pantalla, vi que tenía un montón de llamadas perdidas de Sam. Al fin se había dignado a comunicarse conmigo.

—De cualquier modo estoy molesto —mascullé entre dientes, en tanto guardaba el celular en un bolsillo—. Estas ojeras.

Miré mi reflejo en el espejo. Mis ojos se veían cansados y estaban rodeados de un círculo oscuro. No había dormido bien pensando en si había hecho algo mal o si Sam estaba enojado conmigo, o si le había pasado algo, o si simplemente ya no quería hablar conmigo.

—No —sacudí mi cabeza de lado a lado para alejar esas ideas—. He hecho todo de la mejor manera posible.

—¡Matt! —La voz de Santiago me sacó de mis pensamientos—. ¿Estás bien? —Tocó a la puerta—. ¿Necesitas papel?

Rápidamente me eché un poco de agua en la cara, me sequé y abrí la puerta.

—Pensé que te habías atorado —Santiago soltó una carcajada—. ¿Estás bien?

—N-no. Sólo estaba un poco pensativo —dije, siendo incapaz de mirarle a la cara.

En ese momento el celular sonó. Santiago lo notó y sintió que debía dejarme solo.

—Iré a mirar qué hay en la cocina —dijo—. Te espero allá. No tardes o tendrás que comer lo que yo diga, puede que hoy intente uno de mis experimentos culinarios —El pelirrojo sonrió.

Asentí con la cabeza. El chico se dirigió a la cocina y yo me encerré en el cuarto de Luna. Miré el celular, tenía un par de mensajes en whatsapp, la mayor parte eran de Sam, uno era de Alexander, había un par de otros compañeros. Deslicé mi dedo hacia abajo esperando encontrarme con uno de Tobi, pero no había nada.

Primero miré la ventana de Sam.

Sam: Te estuve llamando y no contestas. Siento no haber podido llamarte antes, pero en la finca en la que me estoy quedando no hay señal. El otro día le pedí a mi madre, cuando dijo que iría al pueblo a comprar unas cosas, que llevara mi celular y te enviara un mensaje, pero al parecer se equivocó y se lo envió a Alexander.

Desde que te soñé (Gay) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora