Capítulo 57 (Alternativo)

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Narra Tobi

Listo —me recosté contra la silla, alejando mis manos del computador—. ¡Termine! Se lo voy a mostrar a Matt.

Estaba a punto de llamarlo, pero algo me decía que era mejor esperar.

Solo queda una semana para entregar el poema —pensé—, ¿será que Matt ya terminó el suyo? De ser así, quiero ser el primero en leerlo. Y quiero que él sea el primero en leer el mío. Sí, así será.

Abrí nuevamente el documento, volví a ojearlo para revisar que no hubiese, en lo posible, errores, y lo imprimí.

—¡Tobi! —Sara me llamaba desde el primer piso—. ¿Estás listo?

—Ya bajo —grité—. Al volver se lo mostraré a Matt.

Tomé la hoja de papel, la doblé y la guardé en un cuaderno. Lo guardé en mi mochila, empaqué un saco y me la puse en la espalda. Bajé la escalera corriendo, Sara me esperaba junto a la puerta.

—Vamos —dije en medio de un suspiro.

—Me alegra que vuelvas a intentarlo, Tobi —Sara me abrazó y luego me llevo hasta la puerta.

Volvería a intentarlo. Iría nuevamente a ver a Paula y esta vez trataría de controlar mejor mis sentimientos, no me dejaría llevar por ellos, no señor. Pensaba incluso en hablarle un poco de mis sueños, tal vez ella podía decirme por qué los tengo.

—Tobi —Sara me hizo señas de que me subiera—. ¿Estás muy nervioso? Te veo muy ido.

—N-no, no es nada. Estoy bien.

En ese momento vino a mi cabeza la idea de que al pensar en mis sueños no sólo pensaba en mis pesadillas, no todo era miedo, voces y sombras tratando de hacerme daño, no. También tenía sueños bonitos, tan agradables que también llegaban a perturbarme. No sabía si hablar de ellos, porque hablar de ellos implicaba hablar de Matt y hablar de él podía significar hablar de mis sentimientos. Sería admitir que estaba enamorado de un chico y que ese chico es parte de mi familia.

—Llegamos, Tobi.

Volví en mí. Miré a Sara y luego a mi alrededor, posé mis ojos sobre el lugar.

—Esta vez se me hizo más cerca —comencé a sentirme nervioso.

—Vamos, tienes cinco minutos para entrar. Te espero aquí.

Asentí con la cabeza. Tomé mi mochila y salí del auto. Corrí para cruzar la calle, abrí la puerta, entré. Esta vez había como cuatro personas. Miré de reojo a ver si encontraba algún rostro conocido. Esta vez no estaba.

—Tobi, ¿cierto?

La chica de recepción me miraba sonriente.

—Sí. Tengo cita a las tres.

—Vale. Ya debe estar por salir el otro chico.

¿El otro chico? ¿A caso sería el chico de la tienda?

El estrepitoso sonido de la puerta interrumpió mis pensamientos.

—Listo, Tobi —dijo la chica.

Dirigí rápidamente mi mirada a la persona que acababa de salir. No era él. Me levanté de la silla y caminé hacia el consultorio, sentía mis manos sudando. Cuando estaba por llegar, la puerta del baño se abrió de golpe.

—Tú otra vez. Pensé que no volvería a verte.

Volteé a mirar.

—¿Otra vez te olvidaste de mí? Pero qué memoria tienes. De verdad, hasta mi abuelita de ochenta años me reconocía. Siempre me llamaba como mi primo, pero al menos se acortaba que yo era su nieto.

Desde que te soñé (Gay) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora