Capítulo 52

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Final sad (para final feliz ir al apartado "Capítulo 52 (alternativo)"

Narra Alexander

Volví a casa. Cuando crucé la puerta principal del apartamento mis padres estaban en la sala hablando, parecían preocupados, enseguida notaron mi presencia ambos dirigieron sus miradas hacia mí y guardaron silencio.

—Alex —dijo mi madre—. Gracias a Dios has vuelto, estaba muy preocupada. Fui a casa de tu amiga Irene pensando que estabas allí y me dijo que no te había visto en todo el día.

—Tengo que decirles algo.

Mi madre negó con su cabeza.

—Te escuchamos, hijo —dijo mi padre.

—Quiero que sepan que —traté de controlar mi respiración—. Yo —mi madre me miraba con preocupación, su rostro me pedía que callara—. Quiero que sepan que estoy enamorado.

Mi padre abrió sus ojos con sorpresa y en su rostro se dibujó una gran sonrisa.

—Eso es maravilloso —miró a mi madre, ella no compartía su sentimiento de felicidad—. ¿Cómo se llama? ¿Cómo es ella?

—Alex —mi madre me miró con suplica.

Mi padre la miró extrañado.

—¿Qué pasa, mujer?

—No es ella —contesté ignorándola—. Es él, su nombre es Santiago.

—¿Santiago? —Mi padre estaba estupefacto, mi madre había cerrado sus ojos en tanto los cubría con una de sus manos, estaba decepcionada y no se esforzaba por ocultarlo.

Asentí con la cabeza. Todo se quedó en completo silencio. Ni mi padre, ni mi madre me miraban a la cara. Agaché la mirada y sentí ganas de llorar.

—Eso es maravilloso —repitió mi padre.

—¿Qué? —mi madre se veía ahora furiosa.

—Es algo maravilloso, mujer. ¿Cuándo habías escuchado a nuestro hijo decir algo así? La verdad ya comenzaba a preocuparme, incluso había llegado a imaginarme a Alexander en una cabaña en las montañas, rodeado de un montón de gatos y aves.

—Pero ¿qué estás diciendo? —Nunca había visto a mi madre tan indignada—. Alexander, ve a tu cuarto.

—¿Cuál es el problema? —Mi padre subió el tono de su voz—. Espero tener el gusto de conocerlo pronto —me miró suavizando su tono.

No podía creer lo que estaba pasando. Me era imposible si quiera pensar en que mi padre había dicho esas cosas y en que me apoyaba. Más después de las veces en que mi madre había dicho que él no lo aceptaría, que estaría decepcionado, que aquel día nos hubiese sacado a patadas. Mi madre había dicho esas cosas sólo pensando en lo que ella sentía.

—T-tengo que irme —dije un tanto confundido.

—No irás a ningún lado —mi madre se levantó.

—Ya basta, mujer. ¿Qué pasa contigo? Alex es nuestro hijo y por primera vez nos confía sus sentimientos, por primera vez nos habla de algo tan suyo y tú actúas como si él estuviera haciendo algo malo. ¿Qué tiene de malo que salga con un chico? Los tiempos han cambiado, mujer. Si antes era considerado un delito, una abominación, ahora ya no, o ya no debería —el hombre me miró a los ojos—. Puedes irte, hijo. Tu madre y yo tenemos mucho de lo que hablar.

—No lo puedo creer.

Mi madre siguió alegando. Yo sólo corrí a mi habitación, busqué mi mochila, tomé un poco de dinero y salí corriendo del edificio. Corrí a la parada de autobús, me sentía un poco aturdido, todo era muy confuso, había sido un día lleno de sorpresas. Había mucha gente en la parada, el bus estaba tardando más de lo normal, comenzaba a sentirme desesperado.

Desde que te soñé (Gay) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora