Capítulo 38

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Narra Tobi

Habían pasado dos días desde aquella tarde en la que al fin pude encontrarla, pude verla, escuchar su voz, sentir su piel. Mi madre estaba viva y estaba cerca, le ayudaría a recuperarse y así ambos recuperaríamos todo el tiempo perdido, crearíamos nuevos recuerdos que reemplazarían aquellos días en los que su ausencia oscurecía mis pensamientos y mi corazón.

Matt seguía en casa de su amiga. No me había hablado, yo tampoco a él. Debo admitir que desde que vi a mi madre logré alejar aquellos pensamientos que me habían casi hecho enloquecer. Había logrado sacar a Matt de mi cabeza, aunque no por eso las cosas con Irene se habían arreglado. Sin embargo, seguía siendo incapaz de terminarlo todo.

Aquella mañana me levanté temprano, me encontraba solo en casa. Mi padre y Sara habían salido de compras, a comprar yo no sé qué. El caso es que estaba solo y podía salir con tranquilidad. Después de tomar un rápido baño, busqué mi mejor muda en el armario, traté de verme lo más decente posible y salí. En el camino compré un ramo de margaritas y un ratón de peluche. Pensaba comprar un oso o un perrito, pero el ratón me pareció adorable, esperaba que mi madre lo viera del mismo modo.

Al llegar, por fortuna, estaba la misma mujer que me había dejado entrar el otro día. Al verme sonrió y me hizo señas de que fuera. Corrí hacia ella, me saludó y me dijo que podía entrar a verla más seguido, ya que había hablado con su médico y él pensaba que verme sería de gran ayuda, aunque mi padre no sabía de aquellas visitas.

Entré a su habitación. Ella estaba dormida. Había un florero vacío en la mesa, lo tomé, le eché un poco de agua y puse en él mis flores. Me senté junto a ella y la observé, muchos recuerdos inundaron mi mente, algunos eran borrosos, me sentí un poco ansioso. Pensé en despertarla, pero también quería dejarla dormir.

Opté por lo último y recosté mi cabeza en la parte inferior de la cama.

—Tobi.

Podía escucharla. Su voz hacía eco en mis oídos.

—Tobi. Despierta.

Abrí mis ojos y todo estaba oscuro. Busqué a mi madre en la cama, pero ella no estaba.

—¿Mamá? —Dije con la voz cargada de miedo—. ¿Dónde estás?

—Estoy aquí, ¿no me ves? —contestó. La oía muy cerca, pero no estaba por ninguna parte.

—N-no.

Entonces sentí una fuerte punzada en mi pecho y un ruido, como un pitido, ensordecedor hacía que mis oídos casi comenzaran a sangrar.

—¿Qué pasa? —pregunté cubriéndolos con mis manos.

—Estoy aquí, ¿no me sientes? —inquirió y el dolor en mi pecho se hizo más fuerte, sentía que me desgarraba por dentro—. ¿No es el amor algo realmente doloroso? —agregó.

El dolor era insoportable. Grité, ella reía. Y entonces algo en mi pecho estalló, o así lo sentí. «—Se me ha salido el corazón —pensé acercando una de mis manos a mi pecho». Una mano me agarró de la muñeca, bajé mi vista y vi que ésta salía de mi interior.

—¿Te duele?

Comencé a sentirme ahogado. Quería gritar, pero ya no podía, tampoco podía moverme. Miraba a todas partes y todo daba vueltas. Tenía mucho miedo, nunca había estado tan asustado. Pensé en Matt, traté de recordar su rostro, pero todo era borroso.

—Por favor...

—¡Tobi!

Abrí mis ojos de golpe. Estaba sudando y mi respiración era muy agitada.

Desde que te soñé (Gay) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora