Capítulo 48

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Narra Tobi

El mes de enero había sido fugaz. Aquel era el último día de vacaciones y por primera vez en mi vida no sentía pereza de volver a clases. No, aquel sentimiento había sido reemplazado, ahora en mi interior no había espacio para nada más que ansiedad y temor. En los últimos meses habían pasado muchas cosas, algunas buenas, la mayoría no tanto, era increíble como en tan poco tiempo mi vida había cambiado por completo, mi vida y yo.

¿Seguiría todo igual? ¿Nos sentaríamos juntos, Irene, Alexander, Sam y yo en el comedor como en los viejos tiempos? ¿Era posible? No. ¿Nos sentaríamos juntos solo Matt y yo? ¿O terminaría siendo el violinista de Sam y Matt? No... ¿E Irene? ¿Y Alexander? Ellos estarían juntos, todos tenían a alguien, todos eran especiales para alguien, pero yo estaba solo, yo sobraba, no dejaba de pensar en que incluso los cuatro podrían seguir como si nada, pero yo no. Yo no porque sabía demasiado o porque sentía demasiado, tal vez por ambas.

—Me sentaré solo —murmuré para mí mismo en tanto marcaba mis cuadernos y los ponía ordenadamente en mi escritorio—. Debí decirle a mi padre que me cambiara de escuela —dejé escapar un suspiro—. No sé si pueda con todo esto, no puedo volver a vernos a todos en un mismo lugar. ¿Cómo se supone que los mire a la cara? ¿Cómo es que puedo hablar con Matt y mentir como si nada? —Puse las manos en mi cabeza—. Creo que me volveré loco. Nunca debí ir a casa de Irene.

—¿Se puede? —Sara entreabrió la puerta.

—Claro —contesté girando mi cabeza hacia ella.

—Fui al centro a hacer unas vueltas y en el camino encontré esto —entró en mi habitación con una bolsa en sus manos—. No sé si te guste, traté de pensar en cuál de todas usarías, espero no haberme equivocado —sacó de la bolsa una mochila—. ¿Qué tal?

La tomé en mis manos y la observé. Era azul, con correas y bordes de color café, era muy bonita y moderna, aunque tenía cierto toque clásico.

—Está muy chévere —contesté mirándola con detenimiento—. ¿Es para mí? ¿Por qué?

—Pues cuando las vi sólo pensé debo llevar una para Matt y una para Tobi —dijo Sara—. Digamos que ahora Matt no es mi único hijo —sonrió.

Levanté mi mirada hacia ella, su sonrisa era muy dulce, sin pensarlo dos veces la abracé.

—Gracias —dije—. No tenías que molestarte.

Aquel abrazo fue cálido, cuando nos separamos sentí un gran vacío, vacío que, después de que Sara dejara la habitación, fue ocupado por un profundo sentimiento de tristeza. Mis ojos brillaron por las lágrimas que comenzaron a brotar al pensar en que nunca había sentido tanta calidez, amor y dulzura en un abrazo de mi padre, y probablemente nunca lo sentiría.

«El amor no tiene nada que ver con la sangre» pensé colgando la maleta en el espaldar de la silla de mi escritorio.

Cuando terminé de organizar mis cuadernos y demás útiles recorrí la casa para ver qué hacían las demás personas que vivían bajo el mismo techo que yo. A mi padre no lo encontré por ninguna parte, Sara estaba en la sala hablando por teléfono y finalmente Matt se encontraba en el patio, estaba con Sam.

Los observé por un par de minutos, se veían muy felices, me enfoqué en Matt y vi sus ojos brillar como nunca. Mi corazón se encogió, Matt estaba perdidamente enamorado de Sam y no había nada que pudiese hacer para cambiar eso. O tal vez lo había, tal vez si le decía a Matt la verdad abriría los ojos y aunque le doliera lo dejaría, lo odiaría, sí, lo odiaría, o lo seguiría queriendo pero trataría de olvidarlo.

Desde que te soñé (Gay) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora