Capítulo nueve.

45.7K 2.5K 540
                                    

Aún no podía creer que mi boca y la suya habían tocado el espacio, no podía ni siquiera comenzar a procesarlo y habían pasado muchas horas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Aún no podía creer que mi boca y la suya habían tocado el espacio, no podía ni siquiera comenzar a procesarlo y habían pasado muchas horas.

Pero ¿Cómo podría asimilar algo así? Imposible.

Adam era el hombre más sensual que había visto en mi vida, definitivamente no lo negaría.

Coloqué mis manos en mis labios una vez más, como lo había hecho las últimas cuarenta y ocho horas, cerré mis ojos y recordé el beso tan acalorado que le había dado a Adam hace poco, un gorgoteo apareció en mi estómago, y no supe si reír o llorar.

Me dirigí hacia mi armario, hoy por la tarde iría al centro comercial con Zoe y Bryan, el pobre chico no había sido capaz de llamarme luego de la paliza, y la amenaza de muerte de Adam.

La noche anterior Ryan y yo habíamos entablado que él podría ir por las cosas que necesitaba al centro comercial, pero que de ninguna manera Adam permitiría que saliera del lugar, mucho menos con el altercado que había pasado luego de mi escape a la fiesta.

Pero odiaba que la gente hiciera las compras por mi.

Llegué al gimnasio y ahí se encontraba él, se veía tan bien hoy que quise besarlo cien veces más.

Luego del beso no había tenido las agallas de hablar con él de eso, a mi me había gustado bastante, demasiado. Y no tenía ni la menor idea de lo que él pensara, temía que pudiera salir con sus típicas palabras insoportables y su forma tan vil de tratarme. Así que preferí callar mi boca por una vez en la vida y no salir de mi habitación en todo el día.

Nunca había sentido la inseguridad hasta conocerlo, y no me gustaba para nada.

Adam dirigió sus ojos hacia mi y sentí un nudo en él estómago. Comenzó a acercarse y mi respiración se volvió cada vez más rápida, maldición, de alguna u otra forma siempre lo supe, siempre supe que sentía atracción por este hombre tan repulsivo.

—Bien—dijo una vez que llegó a mi lado—hoy te daré unas pequeñas lecciones, estaremos aquí unos treinta minutos—habló sin mirarme a los ojos, cobarde.

—¿Puedo preguntar el por qué? Generalmente haces que el entrenamiento dure dos horas—dije algo extrañada.

—Ya preguntaste—dijo obvio—, y debo ir a buscar al aeropuerto el reemplazo de los dos hombres que murieron por salvarte el trasero.

Y muy bien que agarraste este trasero, pensé.

—Bien—murmuré cortante. Me jodía que me lo recordara a cada minuto, y no tenía ni la menor de las ganas por conocer a la tal Anabelle.

No quería ser grosera, pero realmente me calaban los huesos el sólo pensar que tener que convivir con la mujer que decían fue el amor de su vida, no cuando yo estaba interesada en él.

Nos dirigimos otra vez al campo de pelea, el saco de boxeo se hizo presente de nuevo, y esta vez había una larga y amplia colchoneta al lado de el.

BODYGUARD  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora