Capítulo uno.

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cuatro años después

Cuando pierdes a alguien o te desconectas de una persona, se torna en tu interior un vacío inaguantable, algo parece romperse, es como un tornado de emociones y a la vez se siente como si te lo quitaran todo.

Enamorarse de la persona equivocada  te puede costar la vida; enamorarme de él había sido caer en la mismísima desgracia.

Era la cuarta vez que pasaba por esto, y aunque cada vez dolía menos, era horrible la sensación, mi cumpleaños no era algo que me gustaba recordar desde que cumplí los dieciocho.

No cuando el hombre que yo había amado me lo había quitado todo y luego se había largado, dejándome en un pozo sin respuestas, en la oscuridad. Sola y sin ninguna esperanza de volver a encontrar la felicidad.

El se fue, se había ido para siempre y aquello me había destrozado.

Por suerte Bryan había estado oara mi todo este tiempo, por suerte las cosas entre él y yo habían terminado por avanzar y un prqueño anillo de compromiso ahora yacía en mi mano. Era feliz con él, era feliz en esta nueva vida que me habían inventado.

Una vida sin mi padre, sin Imperio, sin la CLEA. Sin él.

Cerré por los ojos por unos segundos, mientras mis manos se aferraban la baranda de la cocina y recordaba por qué mi vida había tomado este color, las peleas con Ian Black habían cesado, más su búsqueda no terminaría jamás. Ya había llegado a conocerlo demasiado bien para creer eso, él nunca se rendiría.

Ian Black amaba a su hermano mayor, y luego de cuatro años seguía buscándolo. Una punzada me llenaba el corazón cada vez que recordaba eso, pensar en él. Pensar que estaba muerto, pensar que jamás le volveríamos a ver...

Me subía a la camioneta camino a la comida familiar que teníamos preparada por mi cumpleaños número veintidós. Cada año, las personas que podían ahora consideras de mi familia me siento una pequeña celebración sin muchos lujos, que hacía de mi vida un poco más gloriosa.

El chico que era mi novio intentaba de todas las formas posibles hacerme olvidar mi pasado, esas cosas no sé suceden. Adoraba a Bryan, con todo mi corazón. Pero ni él ni nadie sería capaz de hacerme olvidar lo que yo había sido años atrás, y todo lo que me había convertido ahora.

Era difícil, acostumbrarse al cambio de ya no ser perseguida por todas las autoridades, pasar de ser la hija de uno de los asesinos más infame del último tiempo, a ser solamente... Yo. Una chica de 22 años y mucho rumbo fijo como la mayoría de las personas, una estudiante de medicina de la Universidad de California, y una novia, una normal.

O lo que se le pareciera a ello.

—Tía Skye, ¿Por qué estás con los ojitos tan tristes si es tu cumpleaños?  —los ojos azules de Debbie me recordaban mucho a Zoe, era literalmente su calco. La miré desde mi asiento, Ian manejaba a una gran velocidad con Zoe a su lado.

La verdad es que luego del segundo año, y los intentos de Ian por recuperarla a cada minuto hicieron que la orgullosa de mi mejor amiga cambiara su decisión y decidiera perdonarle.

Estaba muy, muy feliz por ellos. Sobretodo cuando hace unos meses Ian finalmente decidió proponerle matrimonio, fue maravilloso verla tan feliz, porque si ella estaba feliz, yo también lo estaba.

Debbie tenía cuatro, y era una niña maravillosa, y demasiado astuta para su edad; siempre hacía preguntas acerca de todo, siempre le buscaba la lógica a las cosas y aquello era muy cómico, se parecía muchísimo a su madre en todos los aspectos.

Zoe e Ian vivían en California, al igual que yo.  Desde un comienzo Zoe y yo vivíamos juntas, pero luego de su reconciliación y que Ian comenzara a hospedarse ahí, sentí la necesidad de salir de ahí, ellos necesitaban su espacio.

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