Capítulo cuarenta y seis.

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PRIMERA PARTE.

—No confío en nadie, ni siquiera lo hago en ti.

Sus ojos se achicaron y mostró sorpresa hacia mi respuesta, frunciendo el ceño.

  —Pues, deberías— dijo, acerándose a mi cuerpo—soy en la única persona que puedes confiar totalmente—dijo, mirándome a los ojos.

—¿Es enserio? Porque eres justamente en el que menos confío.

Adam gruñó en respuesta.

—¿Cómo puedes decir eso? He puesto mi puta vida en peligro por la tuya, más de dos veces. Deberías saber que puedes confiar en mi, Skyler Evans—me tomó de la cintura, la yema de sus dedos comenzó a hacer círculos en mi cadera y me sentí morir—deberías saber que... si yo estoy a tu lado, nada malo te sucederá, lo prometo.

Creí en su promesa. Fallé, una vez más.

Bajé la guardia, y gracias a ello ahora estaba de esta forma, si hubiera puesto más atención, si hubiera sabido...

—Si sospecho que sigues pensando en ese imbécil, te cuelgo.

Era Zoe, vestía una vestido azul marino con encaje en la parte de los pechos, era largo y precioso. En su cuello colgaba un collar fino, y tenía el cabello tomado en una coleta. Le sonreí.

—Para ser mi fiesta, estás más radiante tú eh— ella río, pero podía sentirla, la conocía demasiado bien para mi gusto, y su mirada quebrada me hacía sentir mal con respecto a todo.

—Claro que no, mírate.

Señaló el espejo, el vestido plateado caía por mi cuerpo, junto con las ondas de mi cabello, no traía puesto ningún collar, el vestido era excesivamente llamativo, y odiaría que se viese sobrecargado.

Pero si coloqué un reloj en mi muñeca, y vino Janeth a maquillarme, una antigua empleada.

—Sé que... no hemos tenido el tiempo de hablar de lo sucedido y yo...

—No, Sky—me detuvo—, no es necesario.

—Sí—le dije, mirándola a los ojos—, sí es necesario, porque esos hijos de puta nos rompieron el corazón. Nos han mentido, nos han enamorado a posta, y luego han hecho esto, casi meten a mi padre a la cárcel, Zoe.

—Lo sé—murmuró, sus ojos estaban aguosos y creí que por fin soltaría toda su pena y su angustia.

—Eres mi única mejor amiga, en todo el mundo no hay absolutamente nadie que me conozca como tú y viceversa, por eso te siento. Siento que estás destruída por dentro y me jode no poder hacer nada, sobretodo cuando te niegas a la posibilidad de hablar.

Ella sonrió sin ganas y bajó la mirada.

—Te juro que estoy bien—sonrió.

—Por favor, no me toques los cojones, ¡Sólo admítelo!

—¿Y qué es lo que quieres que te diga?—caminó hacia el espejo, para verse a sí misma—¿Quieres que te diga que estoy igual que tú? ¿Eso quieres escuchar, Skyler? ¿Que me he enamorado de él?—se dio la vuelta—, sé que no tiendo a mostrar lo que siento, pero es porque creo que es lo mejor, nadie necesita a una llorona por los pasillos de la casa.

Me acerqué a ella mientras las primeras lagrimas comenzaban a caer de su rostro.

—¡Y yo no quiero que te guardes lo que sientes! ¡Jesús Zoe! Estoy exactamente igual de dolida que tú, ni más ni menos.

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