Capítulo trece.

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Adam.

Una cachetada. Dos cachetadas. La tercera fue detenida por mi mano encerrada en su brazo.

—Basta.

Ella me miraba como la peor escoria del mundo, y es que quizás tenía la razón para hacerlo.

—¡¿Cómo puedes ser tan patán, hijo de puta?! —me gritó, comenzando a dar golpes otra vez, con rabia.

—¡Joder, que la he buscado por cada puto lugar! ¿Puedes callarte un segundo? Intento rastrear su collar.

Zoe me miró con los ojos llenos de lágrimas, y era lógico. Su mejor amiga estaba perdida, en un lugar que no conocía por culpa mía; y jodía.

Yo estaba igual, e incluso más preocupado que ella, tenía el corazón en una mano y por eso no me podía dar el gusto de patalear, aquello no serviría de nada más que para gastar tiempo, y eso no servía. No nos servía.

Sky había escapado de mis manos un vez más, y yo parecía un puto maniático buscándola. Justo como hace algunos años atrás. La situación no podía ser mas cómica porque era desesperante, ella no comprendió nada, no entendió.

Yo sabía por que había huido, la conocía tan malditamente bien que podría recordarle quién era si ella lo olvidaba, la conocía como la palma de mi mano y mucho mejor que a mi mismo.

—Si ella no quiere ser encontrada, será difícil –dijo Ian—. Porque ella conoce este lugar, creció aquí.

No me interesaba, si Leonardo la encontraba de todas formas la utilizaría para llevarme a él, no sabía si era capaz de hacerle daño a su propia hija a estas alturas.

Y por eso estaba tan asustado, parecía un idiota. La última vez que me temblaron las manos de esta forma cuando estábamos yo y ella en la habitación de su departamento, haciéndonos uno.

Joder, los golpes de Zoe no me dolían ni siquiera un poco en comparación a la angustia que sentía por no saber dónde estaba ella. Abrí mi laptop y fue como si abriera un cofre lleno de recuerdos que sabía que me terminaría por dañar. Y ahí estaba ella, siempre ella.

Conecté mi laptop con el gps de Skyler y este comenzó a hacer un pitido bastante jodido para mis oídos. Zoe se me volvió a acercar bastante intimidante. No pensaba responderle, ni siquiera mirarla hasta encontrar a Sky y poder largarnos al refugio.

—Eres un maldito desgraciado—dijo Zoe esta vez, con una voz cargada de rencor, no la miré hasta que dijo lo siguiente. — Ella jamás te ha importado.

—No tienes ni la menor idea de lo que hablas—le dije, mirándola fijamente esta vez, sin romper el contacto visual. La rubia pareciera como si me quisiese escupir encima—, yo la quiero Zoe.

—Tu manera de amar da asco, entonces.

La miré, esperando que el gps nos llevara a su ubicación. Sabía que estaba nervioso, y asustado y que no era el mejor momento para ponerme a discutir con Zoe, pero de todas formas lo hice.

—No tengo porque demostrarte cosas a ti,  no me conoces en absoluto.

—Lo poco y nada que conozco de ti me hacen saber que Sky debe alejarse lo que más pueda de ti. Pudiste quedarte junto a ella, hacer una vida juntos como tu hermano lo hizo, pero decidiste seguir tu venganza de mierda y ella casi muere de pena por ello.

Ian rodó los ojos. —Ya cállense, por favor.

Zoe me había lastimado con sus palabras. Y la odié por ello. La miré duramente.

—¿Tú que sabes del amor? Joder, que mi hermano ha estado contigo porque no le has dejado más remedio. Dejame en paz, maldición. Estoy intentado hacer algo productivo no como tú, asi que si quieres, podrías mover el culo hacia otro lado.

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