Capítulo once.

22.3K 1.4K 124
                                        

Lo prometido es deuda; estoy impactadísima.

La voz de mi pequeña se escuchó lejana, ¿Qué era lo que había dicho?La miré,ella no era una niña mentirosa, ¿Cómo rayos sabía de Adam? Quizás él...

—Él me dijo que tú reaccionarías así, pero tranquila guardaré tu secreto madrina. El tío Adam dijo que se verían muy pronto. ¡Me encanta! Mira, mira lo que me ha regalado —dijo, señalando un brazalete de lo que parecía oro blanco, yo seguía en shock. Le miré y me agaché hasta su alcance, ella seguía mirándome fijamente.

—Preciosa, ¿Que estás diciendo? ¿Cómo sabes quién es Adam? — le murmuré.

—Dah, porque ha estado aquí. ¡Era un secreto, pero ahora lo sabes! Es muy lindo conmigo, es súper parecido a mi papi, sólo que un poco más  grande, ¡Es genialísimo!

Mi corazón se detuvo por unos segundos, mi piel se colocó de gallina y sentí una oleada de calor por unos instantes. Debbie me miró.

  —Madrina, ¿Estás bien? ¿No estás feliz que el tío Adam esté aquí?

Palidecí, era obvio por la cara de susto que mi ahijada estaba poniendo en este momento. ¿Adam aquí? ¿Justamente aquí? Quise retroceder, correr lo más lejos posible de él y que no me lograra alcanzar jamás, no quería tener nada que ver con él, no quería que ni mi hijo, ni Debbie, ni nadie tuviera que ver con él.

Acaricié la mejilla de Debbie, si Adam había estado aquí era obviamente sin el consentimiento de Ian, este no habría permitido que se le acercara. Eso esperaba. Me estremecí del sólo pensar que él todavía estuviera aquí.

  —¿Estás bien, tía?

La pequeña intentaba tranquilizarme,pero no podía, nadie podía.

Menos cuando al levantar la cabeza ahí estaba, tan sereno y tranquilo como siempre. Con las manos metidas en sus negros pantalones, y con una chaqueta de cuero colgando por sus hombros. ¿Cómo se podía ver tan condenadamente perfecto aún cuando los años pasen y pasen?

Me levanté del suelo y mis manos comenzaron a tiritar otra vez, era una reacción bastante típica cuando se trataba de él. Mi corazón latía a todo ritmo, se me saldría por el pecho en cualquier momento y Adam no parecía querer quitarme la mirada de encima, sus ojos estaban puestos en mi. Su cabello estaba más corto, y parecía pacífico, demasiado.

¿Qué rayos hacía el aquí?

  —Mira tía, ¡Es el tío Adam!— soltó Debbie, corriendo hasta los brazos del chico que fue el amor de mi vida, los brazos se enrollaron alrededor de mi ahijada y por un segundo pensé que él no sería tan mal padre.

Debbie le sonrió, y Adam hizo lo mismo con ella, necesitaba respuestas, porque tenia demasiadas preguntas que hacerla, Zoe acababa de entrar hace algunos momentos, y era imposible que no lo hubiera visto. Así que sólo había algo por decir; Zoe sabía que Adam estaba aquí.

Le miré, no podía no sentir nada, y es que cuando hablábamos de él se trataba de todo.

  —Cariño— le dije mirando a Debbie, la pequeña se dio la vuelta—, ¿Podrías ir donde mamá y pedirle, por favor, que me traiga algo con que abrigarme? ¡Es que tengo frío!

Una excusa, una excusa como miles que he tenido que inventar. Lapequeña niña asintió con sus rosados cachetes y corrió dentro de la casa en busca de Zoe, caminé hasta hacia él.  Su mirada estaba fija en lamía, y las sensaciones no se iban, para nada se iban. Todo lo contrario, con cada paso que daba parecía todo ser más agrio, me sentía más y más débil.

  —¿Qué es lo que haces aquí?—murmuré, mirándolo a los ojos.

—¿Zoe no te lo ha dicho?— murmuró, con sus ojos color miel mirándome fijamente, parecía no querer dejar de hacerlo, el nerviosismo creció dentro de mí, y me aparté a un lado. Me exasperé, el sentimiento de traición por parte de Zoe era algo que realmente me jodía en este minuto.

BODYGUARD  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora