Capítulo veinte.

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"—¿Eres.. Eres como una hermana, lo sabes verdad? Eres mucho más que eso— murmuró—, cuando nació Debby fue definitivamente uno de los mejores días de mi vida, pero cuando...— suspiró—, cuando te conocí a ti, definitivamente ese fue le mejor de todos. Eres mi mejor amiga, Skyler Zahara Evans, eres mi mejor amiga y te necesito en mi vida.

—Y yo te necesito en la mía, sabes que sin ti no soy nadie, Zoe Forbes."

Él disparó a Zoe. Vi Sangre. Su sangre.

Miles de recuerdos pasaron por mi mente, nuestros primeros encuentros, los secretos, nuestra niñez, las promesas, las travesuras y peleas. Todo estaba ahí.

—¡No! — grité cuando la observaba cayendo al suelo. — ¡No, no no! — grité sin pudor, llegando hacia ella y soltándome de los fuertes brazos de Adam. La agarré entre mis brazos y me sostuve en ella.

Mi padre me observó, yo perdí la conciencia de lo que estaba sucediendo.

—Sky... — murmuró tiritando, observando cómo la sangre salía de su cuerpo.

—Shh, no hables — murmuré. — Todo estará bien — le dije, a la vez que intentaba convencerme a mi misma de eso. Apoyé su cabeza en mis piernas y la sostuve ahí.

Ian observó como su mujer caía, cómo la vida se estaba yendo, cómo todo se estaba yendo a la mierda. Y recordé su palabra de sólo estar vivo si Zoe lo estaba. Lo observé, observé la pena, la rabia, la impotencia y con una mirada llena de rabia golpeó a ambas personas que estaban a su lado.

Adam estaba herido, sin embargo se escondió tras una silla del hospital y comenzó a dispararle a todos los hombres de Jack y de mi padre. Me arrastré con Zoe hacia la recepción, yo había recibido un disparo en la pierna de igual manera, pero ni siquiera lo sentía, ni siquiera me importaba. Sólo me importaba el hecho de que mi mejor amiga estaba dañada, estaba herida  y no sabía qué era lo que podía hacer con ella.

La sangre del pecho de Zoe no paraba de salir. Histérica, no paraba de sollozar.

Apreté la alarma de seguridad que yo y Mónica habíamos descubierto horas antes, ella sabría que hacer. Debbie no podía estar presente aquí, menos si sus padres estaban heridos, no quería que ella sufriese lo que yo sufrí. Un sonido horrible comenzó a sonar por todo el hospital alertándolos a todo, sin embargo esto no detuvo los disparos y las peleas.

Sabía que la policía llegaría luego.

Y con ellos los demás miembros de la CLEA.

—Zoe, por favor, amiga no cierres los ojos — le imploré, colocándome cerca de ella.

—Este es el final, Sky— susurró, con pequeñas lágrimas cayendo de sus ojos y con la respiración tranquila. El miedo de verla muerta no pudo conmigo. Comencé a llorar con ella esta vez, cuando vi lo mal que estaba.

Estaba pálida, y sus ojos... sus ojos ya no reflejaban la dulzura de su alma, sus ojos ya no estaban cálidos y sorprendentemente azules, estaban fríos, sin expresión.

—Por favor, no me hagas esto. No puedo vivir sin ti, no puedo—le dije, sollozando y tomándola por la cabeza.

—Cla-Claro que puedes —dijo, con la voz débil y con un poco de sangre escurriendo sobre sus labios. — Sé que podrás — murmuró —, prométeme que... prométeme que cuidarás de Debbie como s-si fuese tuya.

—No, por favor no. No te vayas, no te atrevas, ¡No te atrevas a dejarme!

—Tranquila— susurró, con lágrimas cayendo sobre sus ojos —, estoy justo donde quiero estar, p-por favor, cuida de mi hija. N-no permitas que ella se meta jamás en este mundo de mi- mierda—sonrío débil—, que encuentre a alguien como tú, que...

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