Capítulo ocho.

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Adam.

La cabeza me ardía, y sabia que era porque había pasado muchas más horas en el escritorio de las que debía. Ya estaba tan, pero tan cerca de lograr las cosas por las que había luchado gran parte de mi vida que no podía ni siquiera dormir, las horas de mi máximo rival ya estaban más que contadas.

Y nadie podía hacer absolutamente nada para evitarlo.

Pensé en ella, Skyler había sido mucho más que una piedra en el zapato desde que la había visto, desde que ingresé a la CLEA cuando aun era demasiado joven para pensar en algo más que vengar a mi familia, porque los Evans tenían una deuda histórica con los Blacks.

Porque yo había sobrevivido, y me había llevado conmigo dos corazones, el mío y el de ella. Porque yo sabía perfectamente lo mucho que ella me amaba, y eso me hacía inclusive odiarme mucho más. Porque no pude privarla de amarme también, porque no pude evitar quererla como ella a mi, enamorarme, aunque eso terminara de una forma trágica cruel y dolorosa.

—¿Aún piensas Sky?—me habló Boran, mi primo mayor. Uno de los hombres más temidos de California y del mundo entero.

—Siempre.

Boran tragó saliva y me miró.

—La misión que se te ha entregado es la más importante desde que la CLEA se fundó, ¿Lo sabes, no?—me dijo—, hemos perseguido a Leonardo por más de diez años, Comenzó con Cameron y Leah, y terminará contigo, Adam. No puede flaquear, no ahora.

Asentí, recordando lo que había pasado con Cameron Black años atrás.

—¿Va a venir?—le pregunté, refiriéndome a Cameron.

—Sabes que el está ocupado siempre, es un hombre que no arriesgará a su familia por esto, no otra vez. Confía en ti y confía en que acabarás con esta maldición, y con Leonardo y su cabeza.

—Por mi hermana Luna juro que colgaré la cabeza de ese perro mal nacido a las afueras de la CLEA—susurré—nada me lo va a impedir.

—¿Tienes su útima ubicación?

—Sí—le dije—, no es muchos kilómetros de acá, sospecho que viene por Sky. Han pasado más de tres mese en donde no tiene contacto por vía telefónica con ella, ya que Sky no quiere tener contacto. Leonardo es el peor demonio, pero Sky es lo único que tiene y por lo único que se preocupa en la vida. Vendrá.

—Hemos pasado años tras él. Ahora, finalmente tenemos las pruebas para encerrarlo y para que se pudra en la cárcel de máxima seguridad que la CLEA ofrece, nada ni nadie lo sacará de acá.

—Lo 's,e y estoy ansioso, pero ese no es mi plan.

Boran me observó.

—No estás por encima de las leyes del estado ni de la CLEA.

—No voy a encerrar a uno de los hombres más peligrosos de Estados Unidos y del mundo, sé que escapará, encontrará la forma otra vez de hacerlo y no puedo permitirlo.

—Adam, se te ha entrenado como el mejor guardían que tiene esta institución, sabes y conoces la ley y las reglas tal como los demás, no puedes matarlo. Y si lo haces, enfrentarás la ley como los demás.

Lo miré.

—-Boran, no hay nada que puedas decirme que me haga no pensar en darle un tiro en la cabeza a ese hijo de perra apenas l tenga frente a mi, es más, no hay nada tampoco que puedas hacer, Cameron está lejos, Dan no quiere ni saber de esta misión y tú no vas a detenerme, entonces, no me plantees eso. No sucederá.

—Piensa en Ian—me dijo—, o en Sky. Si matas a Leonardo no va a perdonarte, una cosa es que ella sepa que su padre es un monstruo y otra muy distinta es que no pueda verlo nunca más porque lo hayas asesinado, es distinto.

—Ya te dije, ni él ni nadie va a determe, aunque tenga que pagar por ello.

Boran asintió y salió de mi oficina. Él era uno de los creadores de la CLEA y uno de los orgullos de la familia Black. Era serio, callado, y sereno. Jamás lo había visto gritar ni fuera de sus casillas, no era uno de esas personas. No como mi otro primo, Cameron, quien tenía un temperamento del demonio y no era capaz de calmarse ni con una inyección de clonazepam.

Observé la pantalla del computador una vez más, y me fui a la carpeta privada. Las cámaras de las afueras del departamento de Sky se veían a la perfección. Todo iba relativamente bien, ella hacía su vida como si yo nunca hubiera pasado por ahí.

Y yo la amaba tanto.

Pero no podía permitirme estar en ese polan ahora que estaba tan cerca de la verdad, tan cerca de acabar con años de sufrimiento.

Sonreí al ver a Sky ingresando al departamento con la niña pequeña que colgaba de su brazo, Debbie era una niña maravillosa que me conocía bastante bien. Ian nunca sería o suficientemente imbécil como para creer que me desligaría de él, y yo lo sabía. Y él sabía que yo sabía. La única persona que no sabía que yo veía a la niña todas las semanas cuando salía de la escuela era su madre, Zoe Forbes, quien me tenía tachado en su lista de hombres con los que debe acabar antes de los 30, según Ian, con quien la relación no iba en la mejor dirección.

Lo amaba, era mi hermano pequeño, yo había crecido antes para que el pudiera hacerlo, y siempre iba a cuidarle de todo y de todos. Él también o sabía.

Estos años me la había pasado reuniendo material, tropas, y testigos para acabar con Leonardo, y todo me había traído de vuelta aquí a California, y a su lado. 

Ignoré a todos durante bastante tiempo, no porque no la amara, porque cada día estaba al pendiente de ella y jamás existió otra para mi desde que la conocí, sino porque sabía que ella estaría mucho mejor sin mi de lo que estaría conmigo, y la amaba tanto, la amo tanto, que no era capaz de estar en su vida así, de esa forma causándole daño.

Muchas cosas habían cambiado en la CLEA desde que Ian se fue, yo también me fui unos meses para calmar las aguas, y cuando volví ni mi hermano ni Anabelle se encontraban acá. La que conocía como la mejor agente en este momento se encontraba relacionándose con el que era mi medio hermano, Jack Black.

Otra manzana podrida.

Mi teléfono sonó. El identificador me mostró el nombre de mi hermano en ella.

—¿Sí?—contesté.

—¿Puedes dejar de poner cámaras en toda mi casa?—me dijo, visiblemente enojado—. Zoe no pertenece a la mafia ahora, ni yo a la CLEA, no queremos estar involucrados en ese mundo de sangre y guerra que s'lo trae soledad y tristeza.

Sonreí, el sabía.

—Te informo querido hermano, esas cámaras han estado ahí durante mucho tiempo y lo seguirán estando porque para mi es más importante tu seguridad que tu humor de mierda. Dale un beso a mi sobrina.

—Adam, no te atrevas a...

Corté el celular. Sabía la conversación que me daría y no, no quería escucharla, sólo tenía un objetivo en la mente en este momento.

Me levanté y salí de la habitación hacia el siguiente edificio de identificación y espionaje de la CLEA. Simón se encontraba redactando el informe.

—¿Está listo?—le pregunté.

El teléfono de Leonardo estaba intervenido hace mucho tiempo, y Simón se encargaba básicamente de espiar todo el día al mafioso, saber con quién hablaba, cómo, cuándo, dónde, todo.

—Irá por Sky.

Tragué fuerte, sabía que el nombre de mi chica estaría presente.

—Lo ha hablado con otro socio, irá por ella y si no puede obtenerla, va a ir por Zoe, por Ian, por Debbie, y romperá los tratados de paz que tiene con su amigo y el padre de Zoe, para poder recuperar a Sky y llevársela.

Asentí.

—Deja el informe en mi escritorio.

Simón se fue, y yo tragué fuerte, maldiciendo. Sabía que esto iba a pasar, pero no pensé que tendría que ser tan pronto.

Una cosa estaba seguro, al final de esta guerra, o estaba vivo yo, o estaría vivo Leonardo, pero no ambos.

Un saludín a todaaaaaaaas. -Emma.



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