Capítulo cuarenta y dos.

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—¡Por favor, no mas cosquillas!

Zoe gritaba algo desesperaba en el sofá, mientras Ian se revolcaba con ella, ambos parecían felices el uno con el otro, y yo no pude sentirme mejor cuando las manos de Adam me rodearon la cintura.

Todo estaba perfecto, y no podía evitar pensar en que quizás la burbuja terminaría pronto, en que quizás de alguna forma, algo sucedería.

En dos semanas cumplía dieciocho años, y aquello sólo podía significar una cosa, Leonardo Evans estaría conmigo, y Adam tendría que retirarse.

Mi estómago se contrajo del sólo hecho de pensar que quizás no volvería a verlo.

—Buenos días cielo—dijo él.

La forma tam sensual de decirlo, mezclado con el toque de su pulgar en mi cintura, y en conjunto de tenerlo atrás mío dejándome su aroma, probablemente era un arma mortal.

Me derretía ante sus palabras, mi estómago parecía querer salirse otra vez.

Y es que siempre que él estaba cerca mío tenía el mismo efecto.

—Buenos días mi amor.

La palabra "mi amor" hizo que su sonrisa se ensanchara, dejándome ver su sonrisa. Parecía feliz por primera vez en bastante tiempo.

—¿A que no te he dicho que estos dos se arreglarían en menos de dos días?—murmuró, dirigiendo su mirad hacia Ian y Zoe, los cuales en este momento estaban dándose uno que otro beso.

—Sí, y la verdad es que no sé como ha sucedido, él ha insultado su cabello ¡Jesús! Si alguna vez me insultaras de esa forma terminaría suicidándome.

—¿Disculpa? Nos hemos insultado de las peores formas, Skyler Evans—murmuró cerca de mis labios.

—¿Ah sí? Pues no lo recuerdo.

—¿Enserio? Es mejor así—me sonrió—, desde de principio... me parecías tan... no lo sé, creo que inmadura te queda corto.

—Y a ti patán también—lo abracé

—Por dios, peleabas hasta por si las moscas volaban.

—¡Tú no dejabas de decirme niña!

—Creo que lo decía para intentar convencerme a mi mismo de que lo eres... de que eres una niña—murmuró bajando la cabeza.— Sabes lo que sucede en unas semanas...

—Son dos semanas, Adam—murmuré—, realmente no quiero ni siquiera pensar en qué va a suceder.

Mis ojos se cristalizaron, y el lo notó, me agarró por las mejillas y me plantó un beso en la frente, seguido de sus palabras.

—No importa lo que pase, ni hoy ni mañana, ni en dos semanas cuando ya seas mayor de edad... te voy a querer toda la vida.

Le miré, sus ojos parecían profundos esta vez.

—¿Estás seguro que no es un para siempre en vano?

Me miró, sus ojos mieles lucían brillantes se notaba más tenso.

—Skyler... cuando te digo que nunca había amado como lo hago hoy, es porque así es, sé que se nos viene jodidamente difícil, porque soy en quién más confía tu padre, y esto podría sonar como una traición para él, y sabes lo que pasa con los traidores...—mi estómago se contrajo—, pero lo intentaré, te juro que al menos vivo, no podrán alejarme de ti.

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