Capítulo veintiocho.

39.6K 2.1K 352
                                    

POR FAVOR, LEER NOTA DEL FINAL.

Adam.

La vista de hoy estaba casi igual que mi
ánimo, nublado.

Había una tormenta en las afueras, el frío calaba los huesos y estaba seguro que pronto comenzarían los truenos. Esos que sonaron la noche que Lila y Stevan habían muerto, llevándose con ellos mis recuerdos mas preciados.

Llevándose con ellos mi humanidad, las ganas de ser alguien de los cuales estuvieran orgullosos.

Ella se fue, dejándome completamente solo, completamente desvalido, a mi y a mis demonios en un mismo lugar, me dejó quebrado.

No aceptó, su mano se estalló con mi rostro en un bastante sonoro golpe y suspirando me dijo «Lo dejo».

Le había ofrecido lo que podía darle, nada más ni nada menos. No podía darle nada más, ni nada menos. Pero era ella, estábamos hablando de Skyler, no de cualquier chica desconocida.

De ella, la niña más molestosa que mis ojos han podido ver, la más jodida adolescente que he podido escuchar, la más insoportable mujer con la que he tenido que convivir, la más irrespetuosa, la más desalmada, la más desquiciada.

Y supongo que por eso me gustaba, porque lo desconocido atraía, lo prohibido atrae, lo imposible es una droga sin cura, ella era como una droga sin rehabilitación, una enfermedad sin cura. Así lo sentía.

Cada vez que intentaba dar un paso al lado y cumplir mi propósito en este obscuro lugar sus ojos cafés aparecían, su rostro aparecía en mi
mente y no había nada en el mundo que lo sacara de ahí, ni otras chicas, ni otras personas, ni el alcohol, ni nada.

—¿Estás bien?

La luz de la habitación justo apuntaba hacia sus ojos verdes, los cuales en el pasado anhelé.

Estaba en la habitación que compartía con Skyler, de la cual me había ido por la misma razón por la cual me quedé. La botella de wisky se encontraba vacía a mi lado, Anabelle me miró desilusionada.

—No conseguirás nada haciendo esto, no vas a conseguir nada haciéndote este daño, Adam.

—No te metas, Ann.

Ella abrió sus ojos expectante y se dirigió hacia mí, me levantó del suelo con fuerza y tiró la botella ya completamente vacía hacia otro lugar.

—Ya es suficiente Adam, llevas semanas en este maldito estado, ¿Qué es lo que sucede contigo? te desconozco, joder. ¿Sabes que podrían contarle de esto a Leo y el te correrá de la misión verdad? Estás arriesgando todo tu maldito pellejo.

—Ya... no sé que hacer Ann, estoy perdido.

—¿Es por ella?—preguntó—, ¿Es por esa niña? ¡Maldición Adam!

Me dio lástima su mirada.

Estaba decepcionada, se veía desde lejos. Pero yo no sabía que mas podría hacer, estaba perdido sin rumbo.

—No, no es por ella.

—Claro que sí, hombre por Dios —se agarró el cabello,—Hace dos noches la chica ha de cenar con Scott y tú te volviste más insoportable de lo que sueles ser, no finjas conmigo, por favor—se acercó—, no intentes negar tus sentimientos por ella.

—No lo hago.

Respondí cortante, ella quiso agacharse junto a mi pero no se lo permití.

¿Acaso no podía estar solo? ¿Acaso no podía fallar? Ahogar las penas en el alcohol era la única manera que se me ocurría para no pensar en todo lo que me quedaba en este lugar.

BODYGUARD  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora