Epílogo.

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—¿Y así es como termina todo?— preguntó la chica de ojos azules. Le sonreí, ella ya era mayor. Y sentía que cada vez se parecía más a la chica que yo había conocido cuando era una niña.

—Así es, Debbie.

—No puedo creer que la historia de ustedes haya sido tan... no lo sé, trágica— dijo, agobiada—¿Sabes? siento que al contarme toda la historia estoy mucho más cerca de mi madre.

—Debbie, Zoe e Ian siempre estará aquí— le susurré, mostrándole su corazón. Ella sonrió.

—Ellos dieron la vida por mi, no puedo creer todo lo que me has contado, es... es demasiado para procesar, ¿Sabes? Ahora entiendo por qué evadías el tema cada vez que te preguntaba por mis padres, aunque claro, tú eres una madre para mi— dijo, acariciando mi cabello—, pero eso no quita el hecho de que yo siempre haya querido saber de ellos, de cómo se conocieron, de... de cómo conociste tú al tío Adam, de todo.

—Ahora ya eres mayor, estás apunto de ir a la universidad muy lejos de California, y no podías irte sin saber toda la verdad.

—Gracías, tía. Gracias por contármelo todo, en verdad muchas gracias.

La miré, la niña pequeña que hace más de quince años estaba con nosotros me abrazó y me vi en ella. No lo pude explicar, solo sentí cómo su persona era muy parecida a la mía. Su parecido con Zoe era impresionante, y aunque suene extraño, era como tenerla acá conmigo.

Ella sollozó en mi hombro, sabía que el tema de su madre era muy sensible para todos aquí, tanto para mi como para Adam había sido difícil, necesitamos de mucha ayuda para poder superar la muerte de ambos. De ayuda, y de mucho amor.

Ya llevaba unas tres horas hablando con Debbie, contándole toda la historia, desde sobre cómo Zoe y yo nos conocimos en primaria, hasta su fatídica muerte.

Ambos acordamos no hablar de ello con Debbie hasta que esta fuera lo suficientemente grande como para comprender algunas cosas, le peligro en el que estaba los primeros años, nuestra empatía por ella, todo.

—Yo la recuerdo — dijo, sorbiéndose la nariz—, recuerdo a mi mamá. Poco, pero recuerdo de ella, recuerdo su voz y cómo era conmigo.

—Tú lo eras todo para ella— le dije, recordando cómo Zoe amaba a su pequeña hija.

—Lo sé, y gracias a ti, tía. Gracias a ti estoy aquí hoy en día. Tú y el tío Adam me han dado la mejor familia que pude pedir jamás— susurró— , y al menos, ahora entiendo por qué su sobre protección en la adolescencia— rió bajito. Me limpié unas lágrimas que caían por mi rostro.

—Tú eres mi hija, hoy y siempre— le dije, abrazándola otra vez— , sabes que tú, Ian y Amelie lo son todo para mi.

Ella me sonrió, en ese momento se escuchó cómo un vidrio se rompía desde afuera de la habitación. Miré a Debbie y ambas sabíamos de quién se trataba. Salí de la habitación aún con los ojos un poco hinchados, hoy era el cumpleaños número dieciocho de Debbie y por ende toda la familia estaba aquí, aquello sólo significaba desorden.

Observé el vidrio roto, y detrás de él cómo mi hermano Ryan, e Ian me miraban con rostro de cachorro.

—¿Se puede saber qué pasa aquí?— les hablé a ambos. Scott apareció tras mío con la niña que habían decidido adoptar hace algunos años, Debora era una pequeña maravillosa. Ryan y Scott eran unos padres excelentes, aunque a mi parecer Scott era mucho más preocupado y maduro que Ryan.

Ian, así le habíamos puesto a nuestro hijo al enterarnos que sería hombre, en honor a su hermano. El chico ya tenía catorce años, y aunque el desconocía la mayor parte de la historia de esta familia, ambos sabíamos que algún día preguntaría por ella, al igula que Amelie, mi pequeña niña de seis que vino años después.

BODYGUARD  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora