Capítulo cuatro.

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Sky

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Sky.

—Oh, Dios, ¿Estás segura de lo que dices? Es imposible...

Ian se encontraba sentado en el sofá, con una copa de vino en su mano, habíamos llegado de madrugada al departamento de Zoe e Ian estaba despierto, dijo que no podía conciliar el sueño. Nadie le creyó. Sabíamos que esperaba a Zoe.

Y había que decirle la verdad antes que esta lo
tomara por sorpresa,

Ian estaba impresionado, incluso podría decir que él no tenía la menor idea sobre Adam, nos miró extrañado y cruzó sus piernas, mirando a Zoe.

—No puedo creer esta mierda, no puedo creer que mi propio hermano no me haya dicho que se encontraba aquí.

—¿Estás diciéndome que no sabías que Adam estaba en América? —le pregunté yo esta vez, el me miró como si estuviese loca.

—La última vez que hablé con el fue cuando te dejó esa estúpida carta, no he sabido de él desde entonces, es demasiado extraño...

Ian parecía preocupado, y Zoe intervino.

—Debe de extrañarte—murmuró, inocente.

—No, definitivamente no es eso—dijo, algo atemorizado—, escucha Sky...—me tomó de las manos—, Adam no es la persona que tú solías conocer, él...

—Créeme, lo sé. Ha estado a punto de pegarle un tiro en la cabeza a Ryan —le dije, aún algo perturbada.

Nada de lo que yo conocía de Adam Black seguía ahí, nada de lo que amaba de él estaba.
No quedaba ni una sola pequeña pizca de la persona que amé, ardía un poco la sensación.

—Eso es verdad, ese hijo de puta casi nos vuela la cabeza a todos—murmuró Scott— pero, si mintió sobre la boda, alguien me puede decir ¿Qué demonios está haciendo aquí?

Ian levantó sus hombros con desdén y se pasó las manos por el cabello, luciendo totalmente frustrado.

—Lo único que sé es que donde Adam vaya, la desgracia lo acompaña. Puede ser mi hermano, pero ahora es el directo de la CLEA y me enteré por ustedes—murmuró, triste—, el hermano que cuidaba de mi jamás habría hecho una cosa como esa, está destruido, es.. es diferente ahora. No es bueno, y si esta aquí definitivamente no es para hacer una visita ni una reunión familiar.

—Eso tiene bastante sentido—murmuró Ryan—, me han dicho del departamento que un tío estaba moviendo droga por todo el país, le llaman Mester, ¿Te parece conocido?

La expresión de Ian fue todo un poema. Maldijo por lo bajo. Parecía estar atando cabos, lucía concentrado y me di cuenta de lo mucho que se parecían físicamente él y su hermano. Mierda, no podía estar pensando en Adam ahora, no cuando aún le debía una explicación a mi novio.

—Tiene que ser nuestro medio hermano Jack, tiene que ser él...

Aquello era demasiada información para mi cerebro, era demasiado que digerir, ¡Dios! ni siquiera había asumido que había visto a Adam hace menos de dieciocho horas.

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