BODYGUARD

Capítulo cuarenta y uno.

Podía decir que aquella había sido la mejor noche de toda mi existencia, la noche en donde todos mis temores se habían ido y me habían permitido ser feliz, por fin, realmente feliz.

Sabia que mi padre llegaría pronto, pero sabia que encontraríamos una forma, que él y yo encontraríamos una manera de hacerle entender que nos queríamos, que todo iría bien y que estaríamos juntos por mucho tempo. Porque yo no quería separarme de él nunca más.

Los brazos de Adam parecían no querer despegarse mi piel, me removí con una sonrisa.

—Suéltame idiota, Ian y Zoe regresarán en cualquier minuto.

Él levantó los hombros sin importancia.

—¿Y a mi qué?  Ellos han follado hasta en el lavabo de platos, y no han sido para nada cautelosos, explíqueme señorita, ¿Por qué nosotros deberíamos serlo?—dijo a la vez que volvía a tomarme de la cintura y me acostaba en la cama.

Quise reír por el tonto apodo que acababa de darme, ver sus ojos mieles tan brillosos como los míos me causaba el mayor de los placeres, realmente lo amaba. En ese entonces me di cuenta de una cosa.

No podía mirar a nadie como lo miraba a él.

Y no podía negarlo nunca más, lo amaba con todo mi corazón, lo necesitaba, ya era una parte de mi. Y no podía negar también el miedo que aquello me causaba, ¿Y si el se iba? ¿Y si me dejaba? Sabía que amarlo me destrozaría,pero ¿Necesitarlo? , sabiendo todo esto, realmente me daba cuenta que Adam Black tenia el free pass para romperme el corazón solo una palabra. En este minuto Adam parecía querer adivinar mis pensamientos, me acarició el cabello y no pude evitar cerrar los ojos ante su tacto.

  —Te amo.

Le dije, sin más ni menos, no esperaba una respuesta de su parte, sólo necesitaba decírselo,porque lo venía sintiendo desde hace mucho tiempo,y sentía que debía hacérselo saber a cada instante. El me miró como si fuera a gastarme con cada mirada, me miraba diferente, diferente a como lo hacía antes, me miraba con amor.

  —Supongo que... después de pasarte la vida corriendo, alguien te atrapa— me dijo, pasando sus dedos por mi espalda—perdóname por... perdóname por ser un capullo tantas veces.

Iba a responder, juro que iba a responder, o besarlo, o lo que fuera. Pero una Zoe llena de barro entró en la habitación lanzando unas cuentas maldiciones, y agradecí infinitamente a Dios que Adam haya estado bajo las sábanas.

— ...¡Y te puedes ir al carajo! ¡De todas formas la tienes pequeña, pedazo de imbécil! — gritó a la vez que cerraba la puerta, ahogué una carcajada. Ella iba a lanzarse a mis brazos supuse, pero palideció al ver los pétalos y a Adam acostado en mi cama.—¡Oh por Dios! —lanzó un grito.

  Juro (otra vez) que iba a responderle, pero un Ian completamente enfurecido venía gritando desde afuera, a la vez que abría la puerta. Me cubrí rápidamente.

—¡La que se va a la mierda eres tú! ¡Chiquilla rogona e inmadura! ¡De todas maneras no te sabes mover! ¡Yo necesito una mujer no una cría!

Ian, al igual que Zoe miró hacia su derecha y esta vez fue Adam el que estalló en carcajadas.

  —Mierda hermano, yo... sólo... ¡Maldición! Ven para acá teñida!—dijo, agarrando a Zoe por el brazo y yo supe que la tercera guerra mundial vendría.

Lo peor que podías decirle a Zoe en todo el mundo era el que era teñida, y es que su cabello era completamente natural. Ian la sacó dejándonos una vez más solos. A lo lejos aún se podían escuchar sus gritos, un minuto más tarde Adam estalló en carcajadas, como hace rato no lo escuchaba hacerlo.