Sola, una vez más, sola.
Estrujé en mis manos el blanco papel, derramando otras mil y un lágrimas sobre ella, no podía creer lo tonta que había sido, otra vez.
Sky. Siempre vas a merecer algo mejor. Perdón.
Y pude apostar que entre mis peores noches, estuvo esa. Había sido demasiado, incluso para mí. La manera en la que me hizo el amor y luego se había largado en la madrugado había incluso roto un poco más mi corazón, si es que aquello era posible.
Verlo, tan cerca, tan mal, tan triste y desorientado, tan fuera de sí me había tenido choqueada las últimas semanas. Besarlo, tocarlo, fue como revivir aquella parte de mi que creí muerta años atrás, y ni siquiera pude detenerlo, decir ni hacer absolutamente nada, porque una gran y masoquista para de mi persona quiso creerle todo lo que había dicho aquella noche, quiso creer que él realmente sentía algo por mi, que siempre me había amado. Pero aquello no era la verdad.
¿Cómo alguien puede venir y jugar así con mis sentimientos? ¿Cómo? Suspiré, no tenía caso, él no cambiaría, ni por mi, ni por nadie.
Desde hace dos meses y un poco más que no tenía idea de él, pareciera como si la tierra se lo hubiese tragado, y no sabía qué era peor, si tenerlo conmigo o si no. El dolor que Adam me estaba causando era de lo peor, era quebrajoso, era como si se me quemara el corazón, era un presión en el pecho que ni siquiera se podía ir con distracción. Porque ahí estaba, constante.
Su amor me hacía daño, mucho daño. Y había sido imposible detenerme esa noche, yo lo seguía amando y eso era algo que ni el tiempo, ni la distancia, ni el mismísimo Dios podría destruir.
Lo peor de todo es que había terminado con mi novio porque la culpa no había podido conmigo, porque me había dado cuenta de lo imbécil que había sido, y me había dado cuenta que el jamás iba a cambiar. Y que yo irremediablemente caería.
¿Lo haría, inclusive ahora, cuando me abandonó a mitad de la noche? ¿Cuando le volví a confiar mi cuerpo?
En sus genes estaba la traición, su tío, sus primos, todos eran como él. El traicionaba a costa de herir a la gente que decía querer, y eso no lo iba a cambiar.
En este momento, Adam era como mi padre. Un hombre que me dañaba, de lejos y de cerca, y que definitivamente terminarían matándome.
Me observé al espejo, el color de mi vestido era precioso, Zoe realmente se había lucido al escogerlo, era un dama de honor bastante guapa. Intenté tomar aire una vez más, este era el día de mi mejor amiga y no podía arruinarlo, ella ya había tenido demasiado cuando le conté lo sucedido con Adam. Al principio no me habló y me evitó por una semana, pero luego fue con Debbie a mi departamento y no se movió de allí hasta que mi corazón estuviera un poco más estable.
Ella entendía mi dolor más que nadie, y me dijo lo inevitable. Que él no me quería, que yo sólo era un capricho. Y lo que más me había dolido es que aquello no era más que la verdad.
Y yo había caído como una imbécil. Me había intentado decir a mi misma durante este tiempo que ya no tenía diecisiete años, y que no podía correr y ayudarlo apenas lo observara, apenas este me pidiera ayuda, tenía que respetarme.
¿Pero era realmente mi culpa?
Mi padre había acabado con toda su familia, padres, hermana, casi acaba con su tío, su esposa y sus hijos también. ¿Era yo quien estaba loca? ¿O acaso su mentira era perdonable porque lo había hecho en honor a su familia?
Y porque quizás yo sabía que en esta historia, Leonardo Evans, mi padre, era mayor villano y yo solo su hija que heredó todo lo malo.
—¿Sigues con las nauseas?— dijo Ryan desde el umbral de la puerta. Le sonreí cálidamente y me acerqué a darle un casto beso en los labios.
ESTÁS LEYENDO
BODYGUARD
AcciónCaliente como el infierno, malvado como lucifer, y más vengativo que cualquiera, él llega a la vida de Skyler para desmoronarlo todo. Adam Black era como un botón palpable de destrucción instantánea. Y ella amaba la autodestrucción. "Nunca le pierd...