Capítulo veintinueve.

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Podeis escuchar la canción en multimedia jj, con esta escribí una parte del capítulo y lo hace más emotivo. Now, read.

Trescientos sesenta días atrás.

Hay quien define el amor como un "estado de locura transitoria" en el que el Yo se pierde en ese amor que es el otro, en esa necesidad de amar y ser amado donde todo pierde absolutamente sentido sino es a través de ese a quien se ama, básicamente—explicaba Joselyn, la joven profesora de literatura.

El tema de ese mes era el amor, y no podía entender por qué, era tan ridículo el sentimiento que se me hacía añicos el cerebro entender por qué la gente lo buscaba tanto, lo anhelaba tanto. Por qué la gente luchaba por él, había guerras por él, ¿Cómo era posible?

Para mi, el amor se había convertido en algo malo, no bueno.

—Es algo diferente en los adolescentes, como ustedes—prosiguió—cuando los adolescentes se enamoran, se enamoran. Es muy intenso para ellos, las emociones se triplican y es por eso que la mayoría de los padres tiende a volverse extremista y algo desquiciado—rió sin gracia—, la adolescencia es la edad prodigio...

Zoe se encontraba a mi lado, como siempre. La primera fila de la clase se componía de nuestro grupo de amigos, y aunque todos fuéramos del mismo estilo de vida en la escuela, la popularidad se hacía llamar al igual que una escuela normal.

Dejé de escuchar a la profesora por unos minutos, me perdí en mis pensamientos. Papá estaba demasiado extraño estas semanas, parecía confundido y algo melancólico, no entendía que sucedía con él y me gustaría saberlo. Saqué el espejo de mi rosada mochila.

—Por todas estas razones y por aquellas que jamás podrán describirse, el enamoramiento es un estado de locura transitoria. El enamoramiento sólo puede durar temporalmente porque sino se llegaría a un estado cercano a la locura, pues uno dejaría de vivir para sí mismo y dedicarse por completo al otro, dejaría de existir sino está el otro para darle sentido a su existencia.

Explicó, y lancé una carcajada. La rubia profesora me observó mal y dirigió su habla hacia mi.

—Señorita Evans, ¿Podría contarnos a todos cuál es el motivo de su risa?

Le sonreí, Zoe me lanzó una patada bajo la mesa en señal de tenemos-planes-luego, no-la-cagues.

—Su clase, ese es el motivo.

La profesora Jocelyn se bajó sus anticuados lentes.

—¿Le parece gracioso el tema del enamoramiento?

—Sinceramente, sí. Lo encuentro estúpido e innecesario, y a decir verdad me parece más tonta aún su forma de explicarlo.

La clase guardó silencio, aunque ya todos estaban acostumbrados a que los profesores no pudieran pasar por encima mío. Me reí en cuanto ella no contestó y siguió con su clase.

—Espero que no diga lo mismo cuando esto le suceda, sería muy triste que le rompieran el corazón—dijo por última vez.

—Nadie rompe mi corazón.

Presente.

Recordar a la profesora Jocelyn me daba algo de lástima, sobretodo por cómo la había humillado en su propia clase, algún día le daría unas disculpas por ello, y le diría que tuvo la total razón de todo lo que había dicho.

Lamentablemente tuvo que sucederme a mi para darme cuenta, porque así es la vida.

Hasta que no te sucede, no lo entiendes.

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