Capítulo veintitrés.

41K 2.4K 621
                                    

Adam.

El cabello de Sky tenía olor a flores silvestres mezclado con un toque de sandía, creo que era uno de los aromas más exquisitos considerando que la sandía es mi fruta preferida en todo el universo.

Su anatomía seguía completamente conexa a la mía, y su suave piel me estaba haciendo delirar por algunos segundos. Ella había dormido perfectamente bien toda la noche, conmigo.

Dos toques secos en la puerta me hicieron abandonar la acogedora y bastante grata posición.

Me levanté rápidamente sin despertar a la chica que encontraba a mi lado, coloqué una camiseta sobre mi torso y abrí la puerta de la habitación. Anabelle.

Sus lindos ojos verdes se veían perdidos, la conocía tan malditamente bien que supe en el mismo instante que ella estaba molesta, y no sólo eso, sino que también estaba triste. Me lanzó una mirada que jamás me había dirigido antes y luego miró por encima de mi hombro, en donde Sky estaba recostada.

—¿Cuando pensabas decírmelo? —preguntó, aun sin mirarme a los ojos.

—¿Decirte qué?— le pregunté confundido, ella sonrió con tristeza y una mueca irónica se formó en su rostro.

—Has... has matado a ese tío allá, al jefe de la pandilla que la secuestrado, nosotros no... nosotros no hacemos esas cosas, Adam. Lo sabes—dijo, desviando su propia pregunta.

—Lo hice para proteger a nuestro equipo de un posible psicópata y...

—Lo hiciste para protegerla a ella.

La miré a los ojos, y estos ya no reflejaban la dulzura que la caracterizaba.

—Escucha, yo no sé que estará pasando en este minuto por tu cabeza, pero mis ideales están claros, estamos en una misión y llegaré hasta el final de ella.

—Te has enamorado de ella, ¿verdad?

Reí, pensando que lo que ella acababa de decir era un chiste, una estúpida broma sin gracia. Pero ella guardó silencio, seria. La miré más confundido que antes y hasta algo ofendido.

—¿Cómo diablos crees que me he enamorado de ella? ¡Por Dios, Anabelle! Me conoces mejor que nadie en este mundo, ¿Cómo no puedes darte cuenta que sigo aquí contigo?

Avancé hasta ella, sin embargo se alejó con una mirada cargada de dolor

—Es sólo que... te veo y todo lo que observo es a ella, Adam—murmuró, mirando al suelo—, tu ojos ven por ella, la quieres—finalizó.

La miré asombrado, y bastante preocupado por lo que ella pudiese pensar, yo no amaba a Sky, sí, me preocupaba por ella, porque era mi deber hacerlo. Pero no la amaba, joder que no la amaba.

Amar era una palabra demasiado grande, y yo podría decir con mucha suerte que soportaba a esa chica malcriada.

Me preocupaba por ella, sí. Pero ni siquiera había llegado a quererla, mucho menos a sentir algo tan grande como el amor.

Tomé a la chica que sí había amado por los hombros.

—Anabelle, eso no es cierto, ¡Por Dios! tú sabes que... tú sabes que no puedo. Tú sabes a lo que he venido a este lugar, no para enamorarme de ella, lo sabes.

BODYGUARD  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora