Capítulo dieciséis.

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La espera era eterna, habían pasado un poco más de tres horas y nadie decía nada, nadie articulaba palabra alguna, Ian parecía carente de emoción, y yo no podía estar más angustiada.

Dolor. Dolor era lo único que sentía en este minuto, dolor era lo único que a la vez también, me mantenía en pie. El dolor de no saber cómo estaba Adam, el dolor de las palabras de mi padre, el dolor de saber que había sido engañada con una imagen falsa de cómo era en realidad Leonardo Evans. El dolor de saber cómo era él realmente.

Dios, las lágrimas corrían por mi rostro mientras me seguía sintiendo la persona más imbécil del planeta.No podía parar de pensar en él, y en todas las cosas que habíamos pasado, todo lo que había dolido para terminar en un lugar como este, con la vida de Adam pendiente de un hilo.

—Entonces, ¿Tres meses?—susurró, una voz a mi lado. La reconocí al instante.

Ryan se acercó a mi, me mostré reacia a ello, él no había hecho nada más que mentirme en todos estos años, igual que todos los demás.

Comencé a cuestionarme en estas tres horas toda mi vida, ¿Alguna parte de ella fue real? ¿Alguna parte de ella no fue una mentira? No podía encontrar algún recuerdo que fuese totalmente sincero, porque en todos ellos mi padre demostraba ser una persona que en realidad no era, los únicos recuerdos reales que tenía al parecer eran con Zoe, porque joder, hasta los recuerdos con Adam eran falsos antes de saber la verdad.

Y ahora también lo eran los recuerdos de Ryan, porque todo este tiempo me había mentido, porque era mi maldito hermano y yo jamás logré siquiera sospechar de ello. Y él siempre guardó silencio.

¿Cómo podía un padre hacerle eso a su propia hija? Las lágrimas no habían parado desde que llegamos.

Suspiré, comenzando a limpiar mis  lágrimas y a mirar a mi alrededor,  la sala del hospital era blanca otra vez, las sangre que Adam había dejado con su llegada ya no estaba más, dándonos un poco de paz a mi y a Ian, el cual no había dicho ni una sola palabra desde que llegamos, y en cierta forma le entendía. Adam estaba ahí por culpa de mi padre.

—Sí—le respondi al cabo de unos minutos a Ryan. Este, cabizbajo, me sonrió.

—Será un Black.

Asentí. ¿Estaba preparada para ello, realmente? ¿Estaba preprada para ser yo tambiñen una Black? Imposible, no cuando llevaba toda una vida siendo una Evans, la razón por la que la CLEA había sido creada, la razón del mayor odio, la llaga de todo este desastre, ese era mi apellido, mi persona.

—Pero también será un Evans—susurré—, y cargará con el peso de todo el odio que ambas familias han traído consigo. Será una Evans, igual como tú lo eres.

—Te lo oculté porque no quería dañarte. Nunca permitiría que Leonardo te coloque una mano encima, ¿Lo sabías? ¡Jamás lo permitiría!

—Ya lo hizo.

—Lo sé  y por eso ayudé a la CLEA a capturarlo.

Lo miré enseguida.

—¿Han tenido éxito?

—Lo lograron encerrar, pero en cuanto intentaban transportarlo a la carcel de la CLEA, se avalanzó un arsenal de Imperio, fue una batalla... terrible—murmuró—, pero escapó. No sin antes dar la premisa de que vendrá por mi, y por ti. Y por ellos.

Me quedé en silencio. Entonces, uno de los doctores salió desde la sala de pabellón y nos llamó-

—¿Familiares de Adam Black?—murmuró un sujeto a un costado de la sala, me levanté de inmediato con el corazón en la mano, Ian hizo igual.

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