❤ 47. ❤ parte 1 ♡ El rencor te destruye a ti. No a la otra persona.

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—¿Melinda quieres calmarte?

—¿Calmarme? —Reí sarcásticamente— ¿Cómo quieres que me calme Maya?
—Le dije estando al teléfono.

—Si hubieras visto la cara que puso cuando me hablo de perdonarla.

Me sentí tan frustrada al recordar aquel momento.

—Melinda... Lo mejor es que te calmes y pienses con claridad...

—Pues iluminame, porque no sé que hacer.

—Está claro Melinda, Alex se volvió a dejar engañar por ella, lo más seguro es que le mintiera, que le contará las cosas de manera distinta, o dime, ¿acaso le preguntaste de que hablaron?

—No, no lo hice... Más bien lo eché de mi casa cuando me dijo eso.

—¡Madre mía! —Aunque estuvieramos hablando por teléfono me imaginaba la cara de sorprendida de Maya— no puedo creer que hicieras eso. ¿Segura que estoy hablando con la dulce y tierna Melinda? 

Aquello me causo algo de gracia, pero no quería reírme, se supone que estaba muy enojada. —La dulce y tierna Melinda no está disponible...

—Lo echaste de tu casa...

—Maya...

—Perdón es que aún no lo supero. Lo echaste de tu casa... Tú a tu querido Alex.

Rodé los ojos, pero ella tenía razón, yo no suelo comportarme de esa forma. Suelo ser sensata y respetuosa con los demás, porque mi forma de ser es así; dulce y tranquila, pero todo tiene un límite, y Alex pasó ese limite al hablarme de Madison. Eso no fue  rebosar la copa sino romperla; sí, fue grave... Muy grave, como romperle un vaso de vidrio por accidente a mi madre.

Maya continuó hablando:

—Vez... Ni siquiera sabes bien que fue lo que pasó. No sabes de que hablaron. Por eso él te dice que la perdones, porque no entiende la gravedad del asunto y lo que implica para ti eso de "perdonarla" —Dijo lo último con sarcasmo.

—Siempre tienes las palabras correctas para ayudarme.

—Es que tú cuando te enojas no piensas...

—Es un problema que tengo.

—Lo bueno es que lo admites. Hay personas que no reconocen sus errores o problemas y el primer paso para resolverlos es admitirlo.

Me puse a pensar las cosas con la cabeza fría. Maya tenía razón. Estaba tan enojada con él porque solamente yo sabía como me sentía, él no tenía idea de lo que implicaba para mí perdonarla...

—Melinda no puedo seguir hablando; debo hacer algo importante. Te parece si hablamos después —Me preguntó.

—Claro... Descuida.

—Bueno, hasta luego.

Iba a colgar pero ella me dijo una última cosa. —Y Melinda...

—¿Si?

—No te tortures pensando en el pasado... Y en Alex. ¿Ok?

—Ok —Dije despidiendome una última vez, y colgando la llamada.

Sé que le dije eso, pero en el fondo sabía que no era cierto; yo haría todo lo contrario.

******

(Horas después...)

Estaba acostada boca arriba en el mueble de mi casa. Mirando fijamente hacia el techo blanco.
Me torturaba pensando tantas cosas... Me preguntaba, ¿en qué momento fue que comencé a sentir rencor por Madison?
Y esa pregunta me llevo de vuelta a recordar todo mi  pasado.
Todo el sentimiento de dolor y nostalgia volvía a mí.
Dolía a mares el tan solo recordar lo sucedido.

Escuche el chasquido de unos dedos cerca de mis oídos.

Volví a la realidad y miré a mi lado; Era Junior... Un amigo de mi hermano...  Por un momento me fije en su apariencia, nunca me había fijado en que era un chico muy bonito;  de tez morena, ojos color miel y su cabello es de color negro y risado; usaba unos lentes cuadrados, que le quedaban muy bien a su rostro.

Él ha sido amigo de mi hermano desde el bachiller, pero él era tan diferente a Eliud en todos los sentidos. Eliud era rebelde y sin vergüenza, mientras que
Junior era un chico tranquilo, con un temperamento sereno por lo poco que había conocido de él, es que pertenece a una religión.
Tal vez a eso de debía su forma de ser... Él siempre estaba feliz y se mostraba relajado. Mientras que Eliud era prácticamente un demonio por así decirlo... A sinceridad había perdido la cuenta de los años que han pasado desde la última vez que Eliud  puso un pie en una iglesia.

Ni siquiera sé porque dos personas tan opuestas... Eran amigos... Pero supongo que la amistad es eso, no se trata de que sean iguales; sino que las diferencias entre ambos es algo que de alguna manera los une. Lo mismo pasaba con mis amigos y yo, cada uno de nosotros éramos totalmente diferentes, y a pesar de eso nos complementamos.

—¿Te sucede algo? —Dijo en un tono preocupado— te noto perdida como si estuvieras en otro mundo.

Y en efecto... Así era, era como si estuviese en otro mundo... Muy lejos pensando un mar de cosas.

—Pues... —Pensé en hacerle algunas preguntas a Junior, ya que tal vez el podría ayudarme con un consejo—  la verdad estoy confundida, ¿crees que puedas ayudarme con una duda?

—No sé, pero si puedo lo haré —Dijo acomodando sus lentes con su dedo índice en el puente de su nariz— ¿qué es lo que te preocupa? —Hizo un gesto con sus manos dándome a entender que hablará.

—Veras, yo me preguntaba... ¿cómo puedo perdonar a alguien que me hizo mucho daño? —Me senté adecuadamente en el mueble mientras lo miraba a los ojos— ¿Y por qué rayos debería perdonarla si esa persona no pensó ni le importó cómo me sentiría al hacerme daño?

—Mmmm... Interesante pregunta Melinda... Verás... Dios nos dice que debemos perdonar —Sabía que él iba a decir algo como eso, luego hizo una cara como si estuviese recordando algo— ¿Te sabes el Padre Nuestro? —Preguntó, yo asentí con la cabeza...

—Bien, si te lo sabes... Sabes la parte que dice, "perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden —Dijimos esa parte al unísono.

—¿Sabes que quiere decir eso? —Negué con la cabeza, pues tenía mas o menos una idea, pero no quería responder mal— Significa que para que Dios te perdone debes perdonar tú también a esas personas que te ofenden o que te hicieron  mucho daño, porque dime una cosa; ¿qué es más importante para ti? ¿tener una buena relación con Dios o seguir sintiendo odio por esa persona que te hizo daño?

—Tener una buena relación con Dios —Respondí al instante.

Él sonrió. —Eres muy inteligente Melinda... Entonces si eso es lo importante, ¿porqué no perdonar a esa persona?

—¿Porque duele?

—Sé que duele,  pero si oras y hablas con Dios sobre lo que te pasa te aseguro que él hará que ese dolor desaparezca.
Él es el único que puede ayudarte a curar tus heridas... Tú sola por mucho que lo intentes no podrás...

Yo pensé lo que él dijo y tenía mucha lógica, no pude evitar sentirme triste al pensar en eso; tenía mucho tiempo que no hablaba con Dios sobre ese tema en específico, no me había dado cuenta que a medida que pasaba el tiempo mi corazón se fue corrompiendo por el rencor... Y ahora me sentía culpable de sentirme así, pues en el fondo sentí que realmente no quería odiarla... Pero en aquel momento se me hacía tan difícil perdonarla. La herida seguía doliendo como la primera vez.

Junior noto mi cara de tristeza.

—No te pongas así Melinda... No entiendo bien por lo que estés pasando. Tal vez no me quieras contar, pero tampoco es necesario que lo hagas, solo puedo aconsejarte que perdones a esa persona. Perdona, sin importar lo que haya pasado, y ora. Melinda ora y pídele a Dios con fe que te ayude a superar está situación por la que atraviesas. El rencor no es bueno, te destruye poco a poco sin darte cuenta.

Me quede en silencio. Y miré hacia otro lado...
Perdonar a Madison por lo que me hizo era algo que no sabía como podría hacer.

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