Araña

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Bueno antes de empezar el capítulo quería agradecerles, no puedo creer que después de tanto tiempo hayan esperado por la novela. He tenido bastantes problemas y no he podido escribir y lo siento de verdad, ninguna excusa podrá recompensarlos. Pero bueno, he vuelto para quedarme con toda y esperando que sigan leyendo y apoyando como siempre. Como lo prometido es deuda, aquí va el maratón.

Maratón (1-3)

Narra León

Bajé la mirada porque acababa de ver una araña. No lo puedo creer, como Violetta la vea se muda a Marte. Alcé la mirada y sonreí nervioso. Necesitaba matar a la araña.

-Violetta- dije, ella me miró preocupada- ¿me puedes traer agua?

-Si- enseguida salió y fue a buscar el agua.

Yo estaba sentado en la silla de ruedas y me levanté lentamente para coger unos de mis zapatos que estaban al lado del sillón. Intenté moverme lo menos posible para no espantar a la araña. Cuando alcancé a coger mi zapato, me giré para el lugar de la araña y ya no estaba. ''Maldición''.

Empecé a caminar por toda la habitación buscándola y no la encontraba. ¿Dónde narices se había metido? No tardé ni un minuto en coger el zapato. Maldita ninja. Odio las arañas. Analicé cada rincón de la habitación y no había rastro de ella. ¿Por qué los bichos desaparecerán cuando intentas espantarlos? ¿Tendrán algún sensor que le avisa de ello? Capaz y todo entienden a los humanos pero ellos hacen que nosotros no podamos entenderles. Son más inteligentes de lo que nosotros pensamos, intentan hacernos creer que ellos son tontos y en realidad es todo lo contrario.

¿Se dan cuenta de siempre ando filosofando?

-Tengo que encontrar la araña.

La he visto. Me acerqué lentamente hacia la pared donde yacía y le di con el zapato a la primera. Le propiné un golpe bastante fuerte a la pared y la araña cayó.

-¡SI!-grité como si hubiese ganado los juegos olímpicos- Soy un ganador.

-¡Shhhhhhh!- me gritó la señora Gabunda- Hijo, esto es un hospital no los juegos olimpicos de Tokio – me regañó- hay gente mayor como yo, así que le pido silencio.

-Perdón señora Gabunda- intenté no reír, tenía una voz peculiar, como su nombre.

En ese momento Gabunda siguió hacia su habitación en la silla de ruedas y apareció Violetta con el agua.

-¿Qué hacías León?- yo todavía estaba con el zapato en la mano. Violetta bajo la mirada y vio la araña- AHHHHHHHH- gritó y se subió encima de la camilla.

-QUE OS CALLÉIS- gritó Gabunda desde su habitación. Vaya pulmones que tiene para la edad que tiene.

-Está muerta, la acaba de matar- calmé a Violetta

-Me da igual, sácala de acá, por favor.

-Ya voy.

Agarré una servilleta para cogerla y luego la tiré en la basura del pasillo. Violetta me hizo tirarla allá fuera. Menos mal que no estaba mientras la intentaba matar. Jamás me vuelve a visitar en la vida hasta que me den el alta. ¡Por cierto! Con todo esto se me ha olvidado decirle a Violetta que le envié un mensaje para decirle que me dan el alta esta tarde y se lo quería decir en persona.

Así que felizmente volví a la habitación a contarle la noticia. Al entrar la vi todavía encima de la camilla mirando a la puerta para ver si me había deshecho de la araña. Me reí ante la situación, era tan hermosa. Por fin podía estar con la persona a la que realmente amaba.

-¿Y bien?- me dijo Violetta

-Ya está lejos de usted señorita- suspiró- puede bajarse de la camilla tranquila.

Entonces bajó, pero sin querer se le enganchó la campera al cabezal y cuando forcejeó para soltarse cayó y la sostuve en mis brazos.

Narra Violetta

Me sentí realmente torpe cuando me caí de la camilla, pero cuando León me cogió en sus brazos sentí que el mundo se paró. Me quedé mirando sus ojos y sentí su respiración tan cerca que la mía se cortó. Sé que debería haber reaccionado y levantarme, no podía hacer ningún esfuerzo pero no pude, todos mis sentidos me hicieron quedarme ahí, embobada.

Sentí que León movió la cabeza intentando que mis labios se pegaran a los suyos...

-Pero jovencitos- la señora de antes, la cual no sé el nombre- dejen de hacer ruido y los besitos en otro sitio caramba.

- Perdone señora Gabunda- le contestó León. ¿Qué nombre es ese?- no volverá a pasar.

Me levanté automáticamente y bajé la mirada avergonzada. La señora Gabunda se marchó nuevamente y ayudé a León a sentarse.

-Perdón, estas bien- le pregunté- no puedes hacer esfuerzos y encima me caigo encima de vos.

-Estoy bien tranquila- me calmó

-¿Qué es lo que me tenés que decir?- pregunté nerviosa.

Leonetta, es para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora