Confesiones

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Narra Violetta

En los brazos de León se me había olvidado hasta que estábamos con los otros. Estaba disfrutando de ese momento, de su fragancia, de sus manos en mi cintura apretándome con fuerza, de su respiración en mi hombro, de su corazón que latía ferozmente. En el abrazo mantuve mis ojos cerrados y mis lágrimas caían por toda mi cara. No podía creer que estaba abrazando a León. Tanto tiempo en aquella celda pensando que nunca más volvería a ver a este ser, tanto tiempo pensé que le había perdido para siempre y ahí estaba. Tan perfecto con su pelo despeinado y su maravilloso rostro. Moví mi cabeza para verle pero sin deshacer el abrazo y él hizo lo mismo. Nuestras narices se tocaban y nuestros labios estaban a centímetros.

-Si esto es un sueño – comenzó a decir – por favor no me despiertes.

No pude evitar sonreír y le miré directamente a los ojos, a aquellas dos preciosa gemas de color verde.

-No lo es – le respondí – te amo

-Yo también Violetta – cerró sus ojos y una lágrima cayó por su mejilla.

-¿Te puedo pedir algo? – pregunté y al mismo tiempo le quité la lágrima que había caído por su mejilla.

-Lo que quieras – me dijo

-Bésame – susurré.

Noté su mirada intensa en mis ojos y no tardó ni un segundo en acercase a mis labios. Su mano automáticamente fue a mi mejilla y el beso se intensificó. ¿Algún día iba a besarlo sin que mi corazón latiese a un ritmo tan rápido?

-Chicos – dijo Michael– no quiero interrumpir el momento romántico ni nada – habló sin sentimientos – pero nos tenemos que ir ya

-Creo que voy a potar arcoíris – susurró Linc, a lo que León respondió con un golpe en su hombro.

-Vámonos muchachos – habló Fernando

Rápidamente subimos a la camioneta y comenzamos a huir de ese lugar. Estábamos todos callados detrás. Yo me encontraba al lado de León y nuestras manos estaban entrelazadas descansado sobre mi pierna. ¿Qué se suponía que iba a pasar ahora? Michael ya tenía la tarjeta para liberar a su hermano. Nunca sé lo que piensa Michael, es tan difícil llegarse a imaginar lo que pasa por su cabeza que siempre me sorprendo. Se suponía que ahora iría a la policía y diría que todo fue una farsa y detendrían a la presidenta, ¿o parece muy fácil lo que estoy diciendo? ¿Cómo lo iba a hacer sin que toda la compañía fuera a por él?

Me levanté de mi sitio y León me miró con curiosidad pero no dijo nada. Es lo que más me gusta de él, que siempre me da mi espacio y mis tiempos para hablar cuando me sienta preparada. Solté su mano y me dirigí al asiento del copiloto. Michael que estaba conduciendo y me miró con curiosidad. Supongo que no me esperaba.

-¿Quieres saber lo que voy a hacer ahora no? – me preguntó. Bueno, o si se lo esperaba.

-¿Cómo...? – Abrí la boca y arrugué el ceño - ¿lees la mente?

-Por ahora no – sonrió

-¿Cómo planeaste que me secuestraran? – dije sin más

-En cuanto a eso – comenzó a hablar – lo siento – parecía sincero – sé que te puse en peligro, pero no tuve opción

-No me respondiste a la pregunta – recriminé.

- Cuando secuestramos a Tomás e intenté infiltrarme en su móvil descubrí que tenía un microchip – no hablé y seguí escuchando, expectante – intenté de todas las maneras que me fue posible desactivarlo – hizo una pausa – pero era imposible, sabía que desde que secuestramos a Tomás teníamos tiempo limitado para que los de la compañía le comenzaran a buscar - dijo – así que piratee el móvil lo más rápido que pude y esos días me puse a vigilar la ventana para ver si aparecía alguien – respiró profundo – y así fue. Era muy obvio que eran de la compañía y tenía que actuar rápido – me miró – sería muy evidente si mandaba a mi hermano o Fernando que era un plan – esta vez desvió la mirada – y si mandaba a León – le fulminé con la mirada – está claro que me matarías y los de la compañía le hubiesen matado sin dudarlo. Así que no me quedó más remedio que llevar el plan a cabo contigo.

-El último plato – dije ofendida y él rió.

-Estás loca – me respondió – Ese día que conseguí entrar en la base de datos del móvil te dije que te fueras a tu casa porque pronto se darían cuenta de que estaba pirateando el móvil y entrarían sin pensarlo a atacarnos a la casa. Salimos a fuera y yo tenía localizado la posición del chico que nos estaba espiando y vio como te subías al coche, y con el gorro que tenía puesto no se me veía en la oscuridad, así que pensó que me había subido contigo al coche – hizo una pausa – Sabía que nos seguiría sin dudarlo y así fue. Me escondí detrás de los matorrales y un coche rápidamente salió después de ti.

-Entonces dejaste que un loco psicópata fuese a por mí sin saber cómo rescatarme luego – hablé – interesante.

-No –se rió – te dije que ya había pirateado el móvil, sabía exactamente dónde te iban a llevar.

-Gracias – dije

-¿Por hacer que casi te maten? – preguntó irónico

-Por salvarme

-Gracias a ti por salvarme cuando entramos en tu casa – habló

-Supongo que estamos en paz – dije mirando hacia la carretera

-No – me contestó y le miré – siempre estaré en deuda contigo Violetta

-Y yo contigo Michael – sonreí - ¿qué se supone que vas a hacer ahora que tienes la tarjeta? - entonces desvió la vista de la carretera y me miró. Conocía esa mirada - ¿nunca me vas a dejar entrar en tu mente, no?

No me contestó y miro al frente sonriendo. 

Leonetta, es para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora