Maratón (2-3)
Narra León
Estaba completamente en shock cuando vi a Tomás besarse con otra, aunque tengo que admitir que fue muy divertido la piña que le dio Violetta. ¿Cómo ha sido capaz de menospreciar el tesoro que yo una vez tuve? ¿Cómo?
Salí de mi trance cuando vi a Violetta alejándose rápidamente y me acerqué donde estaba Tomás con aquella chica. Se estaba recuperando del golpe que le había dado Vilu en la nariz. No le paraba de salir sangre, parecía una hemorragia muy grave.
-¿Y tú qué quieres ahora?- me desafió con la mirada.
Me posé justo en frente a él y le mire desafiante y con la mirada llena de odio. Él se tenso y que sostuvo la mirada. Estaba asustado. Estaba esperando el momento justo para actuar. Entonces llegó.
Se relajó un poco.
Entonces mi rodilla se levantó con fuerza del suelo e impactó en su miembro. Tomás instintivamente se encogió y terminó en el suelo tirado.
-No te vuelvas a meter con Violetta- le advertí.
Me giré dejándolo allí tirado y agarré la mochila de Violetta y me encaminé a buscarla. ¿Dónde se habría metido? Caminaba por todas las calles casi corriendo y desesperado. Tenía que encontrarla, o si no, nunca me lo perdonaría. ¿Cómo pude ser tan idiota de quedarme pasmado mientras ella se iba corriendo? ‘’LEÓN ESTÚPIDO’’ me dije a mí mismo. Ya casi no me quedaban lugares dónde mirar y me empecé a volver loco. Se me salían las lágrimas a chorros y tensé mi mandíbula. Respiré agitado y me restregué la frente intentando pensar, pero fue en vano.
No podía rendirme.
Saqué mi celular y tecleé su número. Me lo sabía de memoria. Mientras sonaba los pi, recé para que no tuviese el celular en su mochila que yo tenía.
‘’No soy ave para volar…’’ sonó entonces.
Mierda, mierda y más mierda.
Estaba en su mochila. Aunque no pude evitar sonreír la canción que tenía como tono de llamada. Era mi voz.
Volví a meter mi celular en el bolsillo y entonces la comencé a buscar con más ganas aún. Ya no podía más. Tenía que encontrarla. Empecé a correr sin saber a dónde. Ya no pensaba con claridad. Solo quería encontrarla, solo quería que ella volviese a ser mía, y de nadie más. Solo quiero que todo vuelva a ser como antes. Mis pensamientos me había consumido, y eso me hizo aumentar la velocidad. Mis respiraciones comenzaron a ser más agitadas. Unas gotas de sudor se asomaron por mi frente y recorrieron mi piel hasta impactar en la nada. Cerré los ojos y salieron más lágrimas.
Entonces me estampé contra una farola.
El impacto hizo que me quedara sentado en el suelo y con un dolor de cabeza inmenso. Además, comenzaron a caer unas gotas desde lo más alto. Cuando me di cuenta, comenzó a diluviar de una manera impresionante. Miré al cielo y me arrepentí de ello, era como mirar una imagen de mi vida desde hace tiempo. Gris, feo y realmente jodido. ¿Cómo me estoy engañando tanto a mi mismo? No amo a Lara, ni si quiera puedo quererla, no como a Violetta. Nadie, nunca ocupará su lugar. Jamás.
Me levanté casi derrotado por mis pensamientos y comencé a caminar a nuestro lugar. Quizá ella hubiese ido a casa. Quizá esté en el estudio ya.
Odio los quizás.
Entonces mis ojos vieron algo increíble. ¿Estaría soñando? Ahí estaba ella. Sentada bajo la lluvia.
Me acerqué a ella, esperando que no fuese una ilusión. Estaba tiritando me saqué la chaqueta, con la cual la envolví en sus hombros.
No podía creer lo hermosa qué era. Sus ojos estaban brillosos. Tenía el pelo revuelto y travieso. Las gotas de lluvia impactaban en su cara y se deslizaban suavemente sobre su piel. Ya quisiera yo ser esa gota.
-León te vas a enfermar- me dijo de repente- ponte tu chaqueta.
-Estoy bien- le contesté, ella me sacó de mis pensamientos- tú estás temblando.
-Gracias- dije en un tono casi inaudible.
-De nada- respondí.
Entonces ella apoyó su cabeza sobre mi hombro y nos quedamos así un buen rato. No nos hacía falta hablar, solo disfrutamos de nuestras compañía.
Narra Violetta
Estaba tan a gusto en el hombre de León. No me hacía falta nada más.
Pero tenía que volver al mundo real. Él no me pertenecía y yo a él tampoco. Suspiré fuertemente y reuní el valor suficiente para quitar mi cabeza de donde estaba.
-Tenemos que ir al estudio- agarré mi mochila, que León me había traído y saqué mi celular- ya estamos llegando tarde.
Me percaté además de que tenía una llamada perdida de León.
-¿Por qué me llamaste?- le miré
-Era cuando te estaba buscando- me confesó.
-Está bien- me levanté- por cierto- alzó la vista hacia mi- gracias por traerme la mochila y por haberme acompañado en este momento.
-No tienes por qué darlas- me respondió.
León sigue enamorado de Vilu y Vilu de él... ¿que creen que pasará ahora que Tomás ya no es un estorbo para ellos?
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Un beso