Primer día.

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Él sonrió al ver que yo le había reconocido, no podía creer que le haya vuelto a ver, me sentí tan feliz.

-¿Qué haces aquí?-preguntó.

-Bueno…-comencé- voy a dar clases aquí-su rostro dibujó una gran sonrisa al escuchar aquello. Al sonreír se le formaban los hoyuelos.

-Yo también-sonreí sin darme cuenta.

Nos quedamos mirándonos, sin saber que decirnos. Pero en ese momento algo nos interrumpió. Alguien carraspeó.

-¿Quieren entrar a clase ya o se van a quedar aquí todo el día?- dijo el profesor.

-Si profesor…-respondimos a la vez con la cabeza agachada.

León y yo nos dirigimos cada uno a la clase que nos tocaba. A mí me tocaba canto y supuse que a él le tocaba baile, ya que se dirigió a la sala de ensayos. Él día transcurrió increíblemente lento, no sé por qué, pero no dejaba de pensar en León. Mientras cantaba, me confundí un par de veces lo cual significó que el profesor me había regañado porque estaba tremendamente despistada. El profesor había tratado de tener paciencia conmigo pero a veces sentía que iba a explotar.

-Se acabó la clase por hoy- dijo aliviado

Yo bajé la cabeza ya que sabía la causa por la cual estaba tan estresado y agitado. Salí de la clase y miré a todos lados como esperando a ver a León, pero no conseguí localizarlo. Suspiré y salí fuera del estudio a comprar un agua-se me olvidó la botella en la cocina… ‘’Genial Violetta, eres muy inteligente’’ me dije- caminaba hacia el puesto que estaba junto enfrente del estudio, el resto del al lado estaba cerrado hoy.

-Me deja un agua por favor.

El hombre del puesto me dio el agua, le pagué y me fui de vuelta al estudio. Ahora me tocaba baile y no era conveniente que llegase tarde mi primer día. Mi primera clase, había sido un desastre. León invadía mi mente por completo. En mis pensamientos, alguien me agarró por la cintura y me sobresalté.

-Hola-dijo León con una enorme sonrisa.

-Hola León- le correspondí.

-¿Tienes clase ahora?-

-Sí, de baile-miré la hora, se me estaba haciendo tarde- y me tengo que ir ya si quiero llegar.

-Bueno-se paso la mano por el pelo-nos vemos luego, adiós-

-Adiós León- dije.

No me quería ir de su lado, quería quedarme con él y no sé por qué.

Cuando terminó las clases del estudio, me disponía a irme cuando vi a León sentado en una banca justo enfrente. Tenía los cascos puesto y meneaba la cabeza como bailando al ritmo de la canción. Me acerqué a él por detrás y le tapé los ojos, él se sobresaltó y se quitó los cascos.

-¿Quién soy?- dije.

León dejó mostrar una sonrisa espectacular y con suavidad quitó las manos de sus ojos me miró. Me encontré una vez más con aquellos ojos verdes tan hermosos.

-Pensé que me ibas a atracar- dijo divertido

-No era mi intención- solté una carcajada.

-¿Qué tal tu primer día?- dijo amablemente

-Muy bien, raro supongo- no había parado de pensar en ti y no me salió ni los pasos de baile ni la canción, para ser más precisa.

-Mi primer día también…-paró- fue extraño.

Me quedé observándolo unos segundos.

-Pensé que no te iba a ver más- dijo de repente.

-Yo tampoco pensé que te iba a ver-fui sincera.

-No sé por qué…-sonrió- me puso triste tener que despedirme en el aeropuerto.

No sabía que decir.

-Me gustaría conocerte más, pareces una chica estupenda- dijo

Me miró como esperando una respuesta, hacía rato que yo no hablaba.

-Yo…- carraspeé porque se me fue la voz- a mí también me dio pena que nos despidiéramos en el aeropuerto- le miré- y gracias por lo de estupenda, tu también lo eres.

Volvió a sonreír como triunfante y me quedé mirándole embobada, era hermoso. Y de repente el sostuvo mi mirada no podía desviar la mirada, sus ojos me habían atrapado. De repente me sonó el teléfono.

-Bueno… sí… está bien… voy para allá- colgué

León me miraba con atención.

-León me tengo que ir-dije finalmente

-Está bien- asintió- pero antes de irte, ¿nos dejamos los números?

-Si obvio.

Agarré su teléfono y le puse mi número y él hizo lo mismo con mi teléfono.

-Ahí está- me dijo.

Se levantó de la banca, también se iba a marchar.

Me puse en marcha a mi casa y León me acompañó, por lo visto su casa estaba cerca de la mía. Nos pasamos el camino hablando muy animadamente, era un amor de persona. Era muy divertido. El camino a casa fue muy corto, normalmente se me hacía muy largo cuando iba sola, pero con León no fue así. Estaba un poco enojada por haber estado tan poco tiempo con él.

-Bueno, yo me quedó aquí León- dije frenando el paso.

-Con que esta es tu casa eh…- echó una mirada como evaluándola- me gusta- arqueó una ceja pareciendo interesante.

-Tonto- le golpeé el brazo- bueno, hasta mañana.

-Hasta mañana- se acercó a mí y me besó la mejilla y retrocedió un poco quedándose a unos centímetros de mi cara. Sentí su respiración en mi boca y nos quedamos mirándonos a los ojos.

Me separé bruscamente para no hacer ninguna idiotez en aquel momento, lo estaba empezando a conocer y no quería perder su amistad ni lo que fuera que tuviésemos.

No dijo nada más, se agarró el pelo y se despidió una vez más de mí. Entré en casa y miré por la ventana hasta que su silueta desapareció en la oscuridad.

Leonetta, es para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora