Maratón (2-3)
Narra Violetta
Por fin bajamos a la cocina, después de las escenas románticas que habíamos tenido.
León no tenía muchas ganas de cocinar y me daba pena obligarlo. Se notaba que me quería ayudar porque no quería que yo lo hiciese todo yo sola. Eso me hizo tan feliz, pero no es justo que le obligue a cocinar.
Estaba pensando todo eso mientras hacíamos la masa de la pizza. Miré a León que estaba gruñendo y peleando contra su bola gigante de harina y agua. Ver esa escena me causó gracia.
-¿De qué te ríes?- dijo curioso.
-De nada- me giré y me reí aún más.
-Ah, con que te estás riendo de mí, ¿no?- hizo un puchero y eso me conmovió, haciéndome sentir mal- pues me las vas a pagar
-Espera, ¿q…-me giré y no me dio tiempo de terminar la frase.
León me cogió en brazos y me llevó hacia el sofá a una velocidad de infarto.
-León, León…- casi grité- ¿Qué haces?- dije histérica.
-Esta es mi venganza- me aplastó contra el sofá y me empezó a hacer cosquillas.
No podía parar de reír y no me podría escapar, León tenía mucha más fuerza que yo. De la risa, estaba hasta llorando.
-Para León- seguía riéndome- no tengo aire.
-Haberlo pensado mejor antes de reírte cariño- respondió triunfante
‘’Te vas a enterar cuando logré soltarme’’ pensé. Intenté concentrarme para ver cómo podría escapar, pero las cosquillas que me hacía no me dejaban pensar. Entonces se me ocurrió algo. Me zafé de uno de sus agarres y conseguí sacar mi brazo, con él cual atraje su cabeza hacia mí, haciendo que nos besáramos de nuevo. León automáticamente siguió mi beso y agarró mi cintura. Me puso encima de él. ‘’Lo conseguí’’ pensé. Entonces dejé de besarlo y le miré a los ojos.
-Eres un tonto, ¿lo sabías?- le susurré al oído.
-¿Por qué?- y justo al hacer esa pregunta me solté de su agarré y escapé- Mierda- gruñó- Buena jugada.
-Lo sé- dije desde la cocina.
León se acercó sigilosamente a la cocina, yo estaba justo detrás de la puerta y cuando la traspasó, le tiré un cazo con harina.
-Esto por las cosquillas- me puse las manos a ambos lados de mi cintura.
-Eres muy, muy mala- me señaló- pensé que me habías besado porque me querías.
-Yo te quiero-dije- y no hace falta que me tengas que hacer cosquillas para matarme, te puedo besar cuando quiera.
-¿A sí?-se acercó-¿Cuándo quieras?-arqueó una ceja
-Obvio-me acerqué a él.
-¿Por qué cuando quieras?- entreabrió sus labios.
-Porque eres solo mío- le atraje hacia a mí y lo besé
Fue un beso muy apasionado. Nuevas sensaciones aparecían en mí. Sentía mucho calor y sentía que tenía como mariposas en la panza. En medio del beso, él mordió mi labio y yo me sonrojé. Con sus manos, me pegó todo lo que pudo a él. Sentí como León se excitaba en nuestro beso al igual que yo. León con su lengua me pidió permiso para entrar en mi boca y yo le abrí ese paso. Mi boca y su boca encajaban a la perfección, al igual que nuestros cuerpos. Era como si hubiésemos nacido para estar juntos.
Narra León
El beso de Violetta me estaba volviendo loco. Estaba perdiendo el control por completo. Sentí como Violetta bajó sus manos de mi cuello hacia mi pecho, acariciándome los abdominales. Eso casi me hace estallar. Tenía que separarme ahora, necesitaba coger aire y recuperar la cordura.
Me separé de ella y vi que ella tenía sus labios entreabiertos y todavía tenía los ojos. Cogí una bocanada de aire costosamente. Noté que el aire entró hacia mi garganta como si hubiese sido fuego. Violetta me volvió a besar. Hinché mis pulmones, me sentía tan torpe. Esta vez, fue Violetta quién se separó.
-Voy a terminar de hacer las pizzas- dijo sin aire- deberías limpiarte- habló costosamente- el baño está al fondo de pasillo.
-Si será mejor- respondí.
Subí a por mis cosas dejando a Violetta en la cocina. Ya la echaba de menos. Cogí mi valija y fui a ducharme. No tardé mucho en salir del baño, pero antes de salir me peiné el cabello. Lo tenía rizado… ¡estaba hecho un desastre!
Suspiré y me lo peiné hacia atrás un par de veces para intentar dejarlo en su sitio, pero no sirvió de mucho. Seguidamente bajé las escaleras y fue hacia la cocina a reunirme con Violetta nuevamente.
Cuando me asomé por la puerta, ya había puesto las pizzas en el horno y estaba terminando de fregar. Cuando terminó-con los platos- se sacudió las manos y se las limpio en el delantal. Ella suspiró al ver que se había manchado más. Era tan hermosa cuando se enojaba. Acto seguido, se quitó el delantal y lo puso en el cuarto de la lavadora. También noté que ya había fregado el piso, de cuando me tiró la harina.
-Por mí culpa tienes más trabajo de lo normal- la rodeé con mis brazos.
-León- se sobresaltó- que susto- se rió- y tú nunca me molestas.
-Te quiero- le dije besando su frente.
-Yo también- respondió- me tengo que limpiar- se miró, estaba muy sucia- vigila las pizzas para que no se quemen- me ordenó.
-A la orden- le hice un gesto de soldado y ella meneó su cabeza de un lado a otro.
-No tienes remedio- se rió una vez más y salió de la cocina.
Son tan hermosos, ¿no creen?
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