Recuerdos.

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Ya había pasado una semana desde que volvimos a Buenos Aires. Nuestra antigua casa seguía tan impecable como siempre, nada había cambiado desde aquel día en que nos fuimos. Seguía tal y como la decoró mi mamá. Al llegar a mi cuarto vi una foto en la mesilla de mi mamá. En ella saliamos ella, mi papá y yo juntos cuando yo tenía cuatro años. La extraño tanto, volver a casa me resulto mucho más difícil de lo que yo creí y por lo que yo me había fijado en toda esa semana a mi padre también le costó mucho volver.

Pronto empezarían las clases en el Studio nuevo del que mi padre y yo habíamos hablado para ingresar. Era muy buen sitio, de ahí salieron muchos profesionales hoy en día conocidos. ''Cantar es lo que soy'', es lo que contesto cuando me dicen que me describa. Me imagino de mayor cantando por todo el mundo, saliendo de gira, bailando y haciendo mi propio show, jamás había soñado algo mejor que eso. Mi viejo teclado seguia allí al lado de mi cama-estaba lleno de polvo debido al tiempo que he estado fuera- así que lo mejor que podía hacer era pasarle un trapo. Quedó impecable, aunque me preguntaba si seguía sonando tan bien como antes. No pude resistirme y lo comprobré-perfecto- sonaba más hermoso aún de lo que lo recordaba. Mi madre me tocaba una melodía todas las noches antes de irme a dormir, era nuestra canción favorita y siempre empezaba ella y la terminabamos cantando a dúo. Entonces comencé a tocar esa melodía, aunque no fue buena idea, la tristeza me inundo por completo, aunque yo necesitaba escucharla, necesitaba sentir que ella está aquí conmigo. Solo quería estar cerca suyo.

-Veo que todavía te acuerdas de la melodía que te cantaba- mi padre me estaba mirando en la puerta desde hace un rato, pero yo estaba muy metida en la canción y recordándola que no me había dado cuenta.

-Como olvidarla- dije- es la única manera de sentirla cerca

Entonces mi papá entró y me señalo con la mano que tocará la melodía y empezamos a cantarla los dos.

''Voy donde sopla el viento, hoy digo lo que siento, soy mi mejor momento y donde quieras yo voy. Y donde quiera yo voy''

Mi padre se acercó a mi y me besó la frente. Al salir por la puerta recordé la melodía que ya por fin había acabado gracias a León, el chico del avión y la comencé a tocar. No podía creer lo bien que me había quedado, estaba tan contenta.

''Ahora sabes que, yo no entiendo lo que pasa, sin embargo sé, nunca hay tiempo, para nada. Pienso que no me doy cuenta y le doy mil y una vueltas mis dudas me cansaron, ya no esperaré. Y vuelvo a despertar  en mi mundo siendo lo que soy ...''

De repente paré de cantar. Me llegó un delicioso olor a comida ... ''¡pastel de carne!'' dije-mi favorito- irreconocible. Salí volando de mi cuarto y me deslicé por la barandilla. Ramallo y mi padre se empezaron  reír, sabían que yo amaba el pastel de carne y más el que Olga preparaba, le quedaba tan rico.

-Vilu, no hagas eso más. Te terminarás cayendo-dijo mi papa, algo serio.

Yo le sonreí inocentemente y me encogí de hombros. Obviamente, la primera que estaba sentada para almorzar era yo, esperaba con ansias mi pedazo de pastel, de repente en ese momento tenía mucha hambre y eso me causó risa, porque si hubiese tocado acelgas seguro que no tendría hambre.

Al rato terminamos de comer y a mi me entró ganas de pasear, asi que agarré mi cartera y una abrigo y paseé por las calles. Todo era muy familiar, me acordaba de todos los lugares. La ciudad de Buenos Aires es muy parecida a la de Madrid, por fin me sentía en casa. Llegué a un banco, que estaba justo en frente de un lago y al lado de unos árboles. El banco estaba sobre el cesped, era una vista hermosa. Me senté allí a disfrutar del paisaje, estabamos en primavera y los pétalos en flor estaban esparcidos por todo el cesped. Era increíble, mágico, se parecía al típico lugar de las películas de amor, donde los protagonistas se besaban. Me quedé un rato más allí sentada y me fui cuando estaba atardeciendo.

Me disponía a cruzar la calle, pero antes miré a los lados para fijarme en que no veían ningun auto. Aunque tuve que pararme porque venía una moto, que se paró para dejarme pasar. Entonces, al cruzar seguí caminando pero hoy que alguien me llamó. Me giré para identificar el rostro ya que la voz no me sonó familiar en aquel momento. El chico que iba en la moto se quitó el casco y pude ver su rostro.

-Hola Violetta-dijo sonriente- ¿cómo estas?

-Hola Tomás-dije

Tomás fue un amigo de la infancia-el único amigo en toda mi vida que tuve- desde que me mude, no lo había vuelto a ver hasta hoy. Él me había confesado más de una vez que yo le gustaba, pero yo desde aquel momento le expliqué y le dejé bien claro que solo lo veía como a un amigo.

-Me alegra verte-dijo-¿viniste de visita?

-No, volví para vivir aquí de nuevo- dije

Miré mi reloj y se me estaba haciendo muy tarde.

-Tomás me voy, papá estará preocupado-dije mirando mi reloj-me alegra verte.

-Igualmente Violetta, cuidate.

Dios mio, era muy tarde, papá me iba a regañar o estará pensando en llamar a las fuerzas aéreas para encontrarme. Abrí la puerta y lo primero que me encontré fue a mi padre con los brazos cruzados, moviendo un pie de arriba a bajo y con una ceja arqueada... estaba muy enfadado.

Espero que les este gustando !!

Leonetta, es para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora