Obviamente papá se había enfadado. Estaba histérico cuando llegué. No paraba de gritar y de regañarme y encima había salido sin decirle nada-eso empeoró las cosas- en estos momentos estoy en mi habitación castigada hasta que cumpla 40 o así. Estaba en mi cuarto y no tenía nada que hacer, la verdad es que me estaba aburriendo. Me vino a la mente la imagen de Tomás cuando me lo encontré en el cruce. Parecía super contento de verme, pero yo no estaba nada contenta y eso me hizo sentir culpable. La última vez que nos vinos, él todavía sentía cosas por mi.
Entonces decidí olvidarme por completo de Tomás y de la idea de que alomejor seguía colado por mí y me puse a tocar en el piano. No podía dejar de cantar las canción que había compuesto junto al chico del avión. Me hacía sentir que estaba con él y no se por qué quería sentirme cerca de él. Jamás lo volveré a ver eso seguro.
Ya se hacía tarde, asi que decidí bajar a cenar y luego darme una ducha para acostarme a dormir. Mañana empezaba las clases en el Estudio de música. Aún no me entra la idea de por fin hacer amigos y trabajar con otras personas desconocidas, estaba muy emocionada por ello.
Esa noche había cenado acelgas... las odio. Después de una ducha y de secarme el pelo para dejarlo liso, me dirigí hacia mi cuarto y dentro me esperaba papá.
-Vilu- empezó- siento haber exagerado lo de hoy.
-Papá yo...
-No dejame hablar, por favor-interrumpió- tengo que asumir que eres lo suficientemente grande para poder llevar tu propia vida y sé que soy demasiado protector, pero solo te quiero cuidar.
-Esta bien papá-dije- lo entiendo, yo también tendría que haber avisado que salía y no debería haberme despistado con la hora. No volverá a pasar.
-Estoy seguro de ello-se acercó y me besó en la frente.
-Respecto a... - comencé- lo de estar castigada hasta los 40, ¿sigue en pie?
Soltó una carcajada y negó con la cabeza.
-Buenas noches Vilu, descansa.
-Buenas noches papá-sonreí
Antes de acostarme a dormir pusé la alarma del despertador. Exactamente a las 6:55. La pondría a las 7:00 pero necesito cinco minutos para poder mentalizarme de que me tengo que levantar. Soy una morsa viviente, lo admito, amo dormir, dormiría por todas partes y me daría igual lo que la gente pensara.
Al fin cuando apagué la luz y me encontraba acostada y tapada con las mantas, no me podía dormir. Estaba demasiado nerviosa para poder dormir. Simplemente miré al techo durante un par de horas imaginando como sería el día de mañana. Estaba tan ansiosa, tenía mucha ilusión por comenzar. Sobretodo estaba ansiosa por hacer amigos. Esas ideas se fueron difuminando mientras se me cerraban los ojos y al fin me quedé dormida.
El maldito despertador no dejaba de sonar, sin importarle cuán pocas ganas tuviera yo de levantarme. Saqué mi brazo de debajo de las mantas - ¡se estaba tan bien así de abrigada! -y apagué el despertador. Ahora no tenía tantas ganas de ir al estudio, madrugar sin duda no era lo mío. Me levanté gruñendo hacia mi vestidor para elegir cualquier conjunto simple y cómodo, cualquiera cosa que no fuera el pijama me valía en ese momento. Me subí unos jeans azules y me pusé una camisa de tiras de color blanco. Me fuí al espejo a ver como me había quedado el conjunto cuando de repente... pude ver mis pelos.
-Dios santo, parezco una fregona- me dije a mi misma.
Antes de salir de mi a cuarto hacia el baño, decidí ponerme unas playeras negras. En verdad era lo de menos, en ese momento tenía que arreglar mis pelos como fuese y costara lo que costara. Finalmente me hice una coleta ya que mi pelo no tenía ningún arreglo. ''Maldición, hoy has ganado'' dije como maldiciendo mi pelo. Bajé a desayunar, ''las 7:30'' pensé. Todavía tenía tiempo hacia que me preparé un tazón grande con leche y me serví unos cereales. En ese momento, apareció Olga y me ofreció un zumo de naranja. ''7:50. Se me hace tarde'' dije en voz alta.
-Papá- pegué un grito- me voy al Estudio.
-Vale Vilu, ten un buen día- dijo desde su sala de trabajo.
Cogí una mochila y metí un cuadernos, unos bolis y las llaves, entonces me dirigí hacia aquel lugar que me estaba esperando. A medida que me iba acercando me ponía más nerviosa. Ya podía ver el cartel de la escuela. A lo lejos pude ver a los chicos entrando, en menos de 5 minutos ya empezaban las clases.
Llegué a la puerta exactamente a las 7:58, no podía llegar tarde mi primer día. Esperé que sonará el timbre en una banca que habia justo al lado. Observé a tres chicos llegar a lo lejos, uno de ellos, era una chica de pelo negro, con ojos verdes claro y muy flaca. Llevaba un vestido de negro y blanco con helados muy mono. Otro de ellos, que era un chico, llevaba una gorra de colorines, con unos jeans y una camisa roja con dibujos. Por último, había otra chica, un poco hippie, colorada y también flaquita.
Sonó el timbre.
Dejé inmediatamente de observarles y me dirigí hacía la puerta y me estampé con un chico que hizo que se me cayese todas las hojas. Él me ayudó a recoger todas las hojas, pidiéndome disculpas, aquella voz...
-¿Violetta?-dijo
-León- no podía creerlo, era él.