Trampa

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Narra Violetta

Cuando terminé de hablar con Michael, me levanté del asiento del copiloto y volví con León atrás. Cuando me vio llegar sonrió y me senté a su lado, Linc y Fernando estaban adormilados en el otro sillón.

-¿No tienes sueño? – le pregunté

-No – pero sabía que mentía. Tenía unas ojeras enormes, se notaba que hace días no podía dormir.

-¿Cuánto llevas sin dormir? – le miré con una ceja levantada

-Desde que desapareciste de mi vista – sonrió, era obvio que sabía que su mentira no colaría.

-Ya estoy aquí – le tranquilicé y apoyé mi cabeza en su hombro, acariciando al mismo tiempo su brazo – puedes dormir tranquilo.

-No – negó al mismo tiempo que habló.

-¿Qué ocurre León? – levanté la cabeza de su hombro y le miré fijamente.

-Tengo miedo – me miró fijamente y fui a hablar pero me interrumpió – tengo miedo de cerrar los ojos, de despertar y ver que no estás aquí – me confesó. Nunca había visto a León de esa manera, nunca lo vi tan vulnerable – sé que suena cursi, pero cuando desapareciste casi me vuelvo loco – su mirada era fija, perdida – cada segundo que pasaba me daban menos ganas de luchar – miré a León asustada – era un infierno saber que estabas en peligro y yo no podía hacer nada para impedirlo – los ojos de León estaban perdidos, como si todos los momentos que pasó cuando yo estaba secuestrada pasaran cual imágenes frente a él – pero me hizo darme cuenta de algo, le miré y puso su mano en mi mejilla – de que no puedo vivir sin ti – sonreí sin querer – te amo.

-Yo también – dije mirando a sus ojos

-¿Tú también qué? – me sonrió

-Que yo también te amo – dije abrazándolo.

**

León por fin había conseguido dormirse. Estaba apoyado en mi regazo y tenía una de mis manos sujetas. No podía parar de mirarlo, qué hombre del bien por favor. No era el único que había tenido miedo durante esos días separados. Nunca pensé que volvería a sentir lo que me está pasando en este momento, no poder sentir su cálida piel, sus besos...

Todos los recuerdos junto a él era lo que me hacía luchar en esa repugnante celda. No puedo estar más agradecida de tenerlo a mi lado.

De repente sonó mi teléfono y lo agarré. Observé que era un mensaje y me sorprendió, ¿quién me mandaba un mensaje a estas horas de la noche?

"Esto no acaba aquí."

Me asusté al leer el mensaje. No tenía destinatario. Me levanté intentando no despertar a León y fui rápidamente a donde estaba Michael.

-Michael – dije alterada pero en voz baja

-¿Qué pasa Violetta? – enseguida se alertó

-Mira este mensaje – le di mi móvil.

Michael agarró el móvil y vio el mensaje. Sabía que no pasaba nada bueno.

-Michael – le miré – si es otro de tus planes suicidas, dímelo, para al menos hacerme una idea – me miró asustado – si muy gracioso – me siguió mirando serio – ¿entonces no es un chiste? – suspiró – genial, ni un día de felicidad se puede tener.

Michael paró la furgoneta y miró otra vez el mensaje de mi celular.

-Aunque lo mires, no sabremos quién es – dije y me miró con mala cara – yo solo te digo la verdad – levantando las manos

-Lo sé Violetta – me respondió

-¿Sólo vas a decir eso? – me resigné – "Lo sé Violetta" – lo imité, estaba histérica.

-Tranquilízate Violetta –me dijo

-¡ESTOY TRANQUILA! – claramente no lo estaba - ¿no me ves? – los ojos se me iba a salir de la órbita

-Voy a intentar rastrear el mensaje – eso no me tranquilizó – siéntate ahí – dijo poniendo sus manos en mi hombros haciendo que me sentara en el asiento del copiloto – calla y déjame trabajar.

-Genial – dije en voz baja – vamos a morir todos – Michael me miró y negó con la cabeza.

Estuvimos como media hora allí sentados, Michael estaba rastreando el mensaje pero no lo conseguía. Parece que al coco brillante se le resistía la cosa. Me sorprendía, normalmente lo conseguía hacer mucho más rápido.

-Estás perdiendo facultades – dije sin más

-¿Disculpa? – me miró ofendido

-Nunca habías tardando tanto – fui sincera.

-Es que esta codificado – se excusó.

-Ya claro... - hablé – segur...

-Lo conseguí – me interrumpió – ya sé de dónde vienen.

De pronto escuché un disparó que impacto con el retrovisor del coche.

-Pues yo ya sé quiénes son – hablé rápido – arranca el coche – grité quitándole mi celular y Michael me obedeció al instante.

Leonetta, es para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora