Decir la verdad

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Froid.

No le iba a hablar, no le iba a hablar, no le iba a hablar. Ni siquiera lo insultaría, simplemente iba ignorarlo.

Chaud había herido su orgullo—el cual era demasiado—la tarde del miércoles, cuando él había intentado dejar su rivalidad de lado al verlo tan decaído y triste. Él sólo le había preguntado si se encontraba bien, que fuera a responderle de mala manera a la persona que lo puso en ese estado de ánimo.

—Froid, pásame el desinfectante, por favor —Le pidió Chaud desde el cubículo de al lado.

Froid lo agarró del piso y, alzándose en las puntas de sus pies, lo pasó hacia el cubículo de al lado por encima de la pared de metal que dividía ambos inodoros. Ni siquiera esperó a que Chaud lo recibiera, lo dejó caer y cuando escuchó un quejido bajo, sonrió con satisfacción.

—Idiota, me cayó en la cabeza —Se quejó el castaño.

Froid repitió sus palabras con sorna, pero en voz baja, ya que se había prometido no hablarle, ni siquiera para burlarse de él.

La tarde transcurrió así, con Chaud dándole miradas de reojo e intentando entablar una conversación cualquiera, pero Froid no cedió ni una sola vez y se dedicó a ignorarlo y terminar de lavar los inodoros para poder irse a su casa tan pronto como fuera posible.

Lo cual fue rápido, ya que el estado de los baños femeninos no era ni la mitad de nauseabundo al de los masculinos. Se estaba dirigiendo a la banca donde siempre se sentaba para esperar a su mamá cuando Chaud llegó corriendo detrás suyo.

—¡Froid!

No pudo evitar rodar los ojos ante el grito del castaño, pero de igual manera se giró para observarlo sin expresión alguna.

—¿Qué? —preguntó.

La mirada miel y mortificada de Chaud bajó hacia sus zapatillas.

—Yo... Siento haberte tratado mal, es solo que no estaba de buen humor y-

—Si no me dices, no me doy cuenta —lo cortó.

La mirada de Chaud volvió a subir.

—Estoy tratando de disculparme por tratarte mal, ¿podrías-

—Mira, Chaud —Lo volvió a interrumpir—. No necesito tus disculpas y tú no necesitas mi lástima. Me importa una mierda lo que te pase y a ti te importa una mierda cómo me sienta con tus palabras. No veo el porqué estamos teniendo esta conversación.

Chaud no respondió nada, solo se dedicó a mirarlo sin expresión alguna. Froid arqueó ambas cejas en su dirección para invitarlo a que se fuera y lo dejara en paz. El castaño estuvo a punto de decirle algo, pero el sonido del claxon del auto de su madre lo interrumpió. Froid se dio media vuelta y, sin despedirse, caminó hasta el auto.

Solo había dicho la verdad.

Adversarios [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora