Froid.
Puede que Froid estuviera un poco borracho, no mucho, solo un poco, ya que estaba sobre la isla de la cocina de su casa mientras cantaba alguna vieja canción de Shakira. Chaud, por su lado, estaba hirviendo algo de agua para hacerle un té de frutas y bajarle "un poco" la borrachera.
—Chaud, no estoy ebrio —dijo por milésima vez en una hora, tratando de bajarse de la encimera sin éxito alguno. Chaud terminó yendo hacia él para ayudarlo a bajar.
—Te bebiste toda la jodida botella de vino, Froid, tu mamá se va a molestar —le respondió el castaño una vez que él ya estuvo en el piso.
Chaud iba a darse media vuelta, pero Froid posó sus manos sobre su rostro, impidiéndolo. Se apoyó en la punta de sus pies para estar a la misma altura del castaño y poder verlo a los ojos, aunque un poco borroso. Parpadeó para alejar el repentino mareo y cuando al fin pudo apreciar el color miel en los ojos del mayor, sonrió.
—Aún estoy consciente —dijo—. Mira, ¿alguien ebrio podría saber a cuánto equivale π? Porque equivale a tres punto catorce —Trató de convencer al castaño, pero éste solo rió.
—Froid, no sabrías eso ni sobrio de no ser porque lo necesitamos esta mañana en la evaluación de Matemáticas —se burló Chaud, posando sus manos en la encimera detrás de Froid, una mano a cada lado del cuerpo del rubio.
—Es verdad —respondió por lo bajo, ahora demasiado distraído dibujando patrones en el rostro del contrario, uniendo los pocos lunares que el castaño tenía esparcidos por sus mejillas con líneas invisibles que dibujaba con sus propios dedos. La piel de Chaud se sentía extrañamente suave bajo su tacto, así que no pensó lo siguiente que hizo: posó su mejilla derecha contra la derecha del castaño y empezó a frotarlas juntas.
—¿Froid? —Le preguntó Chaud al oído y él solo pudo empezar a reír.
—Lo siento —se disculpó entre risas—. Mi cerebro me está diciendo que haga cosas estúpidas.
Cuando dejó de hacerlo y giró el rostro, notó lo cerca que ambos estaban y su respiración se cortó de repente. Chaud le devolvía la mirada atento y completamente inmovilizado, parecía que tampoco estaba respirando.
—¿Chaud? —llamó en un susurro, el mayor asintió con suavidad para hacerle saber que escuchaba— ¿Me dejas hacer algo? —preguntó, aún susurrando y con sus ojos posados en los ojos miel del castaño. Estaban tan cerca que Froid pudo visualizar la manzana de Adán de Chaud moverse en cuanto tragó saliva.
—¿Qué cosa? —Le preguntó.
—Nunca he besado a alguien —comentó con suavidad, su mirada azul arrastrándose hasta los rosados labios del castaño, sus dedos arrastrándose sobre ellos con suavidad—. Y...
Se detuvo en cuanto Chaud depositó un pequeño beso en su pulgar. Levantó la mirada, de repente un poco vidriosa, para ver a Chaud y fue como si todo dentro de él se derrumbara, como la última gota que hizo que el río de sentimientos se desbordara.
No podía explicar lo que tener a Chaud cerca, mirándolo de esa forma, le provocaba a su interior. Ni siquiera después de más de un año. Porque sí, eran amigos alrededor de hace nueve meses, pero Froid estaba jodido desde hace mucho más tiempo. Aunque en ese entonces el castaño solo le dedicara miradas de odio, insultos y uno que otro golpe, de igual forma una parte muy dentro suyo se removía cada vez que Chaud sonreía y cada vez que sus miradas chocaban por accidente.
¿Cómo lo explicaba en ese entonces y cómo lo explicaba ahora?
Realmente no tenía una puta idea de porqué el chico que odiaba, el chico que nunca le había agradado, el chico al que tiraría de un puente sin pensarlo dos veces provocaba aquellas extrañas y desconocidas sensaciones en él. Sin embargo, no gastó mucho tiempo pensando en ello, se centró en aumentar su desagrado por él, aunque le fue sumamente difícil, por no decir imposible, cuando Chaud empezó a mostrarse amable, cuando empezó a tratarlo bien y cuando empezó a sonreírle de manera genuina.
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Adversarios [EDITANDO]
Teen FictionChaud y Froid han sido enemigos desde que tienen memoria, siempre andan discutiendo y peleando, jamás han logrado mantener una conversación que no termine en insultos o en un castigo en la dirección. Los maestros, directivos y hasta el conserje, han...