Un par de casi adultos

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Froid.

Casi se atragantó con su propia saliva y murió ahogado en cuanto al terminar de bajar las escaleras vio a Chaud de pie en la entrada de su casa.

—Froid, anda fuera con Chaud, voy a limpiar el piso —Le dijo su mamá, antes de darse media vuelta y desaparecer de la sala.

Froid bajó el último escalón y se acercó tan lento como pudo al castaño. En cuanto estuvo frente a él, se aclaró la garganta.

—Hola —saludó, bajito.

Chaud ni siquiera le respondió, solo lo jaló por la manga de su suéter y lo arrastró fuera de su casa, cerrando la puerta detrás de ambos. Caminaron en silencio hasta el auto del castaño que estaba aparcado en frente de su casa. Una vez llegaron a él, Chaud le abrió la puerta del copiloto, lo adentró en el asiento, le puso el cinturón de seguridad, cerró la puerta y él hizo exactamente lo mismo.

Froid no tenía idea de a donde estaban yendo, pero no se atrevía a preguntar. Estaba incómodo, muy incómodo y la impotencia corría por sus venas. No sabía qué decir para aligerar un poco el ambiente, así que realmente no pensó lo que dijo a continuación.

—Tengo popó.

Casi de inmediato, Chaud dejó salir una fuerte carcajada que le removió el corazón, volver a ver su bonita sonrisa de cerca había sido lo mejor que le había sucedido en semanas.

—No tardaremos mucho —Le respondió una vez dejó de reír.

Froid se removió en su asiento, tenso. Estaba entrando en pánico por no saber qué decir, antes raramente se callaba cuando estaba en compañía de Chaud, pero ahora no encontraba algo sobre que hablar. Era como estar sentado junto a un extraño, y eso, porque estaba seguro de que ni con los extraños tenía silencios tan incómodos.

—Froid, vamos a hablar de esto como el par de casi adultos que somos mientras vamos al supermercado por un laxante para Greg. 

—¿Laxante? —preguntó con su ceño fruncido.

—Tiene estreñimiento desde hace dos días—explicó Chaud y Froid no pudo evitar reírse.

—Me huele a un poco de karma por aquí —comentó, olfateando el aire con exageración, finalmente hizo un sonido de satisfacción—. El karma es mi mejor amigo.

—Huh, sentí la traición apuñalándome en el pecho—Chaud puso una mano sobre éste, fingiendo una mueca de dolor.

Froid rió por lo bajo.

—¿Por qué no podemos ser serios? —preguntó.

—Porque es probable que uno de los dos termine llorando —Le respondió Chaud—. Diez billetes a que seré yo —añadió.

Froid se hundió en su asiento, la sonrisa permaneciendo en su rostro.

Dios, lo había extrañado como un loco.

—No, eso es bastante obvio, compañero.

Adversarios [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora