Media charla

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Froid.

Froid había estado hablando con Phoebe durante toda la mañana en la escuela, lo cual explicaba porqué se estaba dirigiendo lentamente hacia la puerta de la habitación de Chaud.

"Escúchame, cariño. Sé que eres nuevo en todo esto y que realmente yo no tengo una idea de lo que pasó esta vez entre los dos... Aun así, quiero decirte que el orgullo nunca va a llevarte a ninguna parte, específicamente nunca a ser feliz. Sé cuánto quieres a Chaud y sé que te éstas muriendo por volver a verlo, no necesitas ocultarlo de nadie porque no hay nada malo en eso. Está bien querer buscar a una persona para arreglar las cosas, está bien sentir interés por su relación, sea cual sea, y está aún mejor que lo demuestres". Así que sí, le había costado un montón—como en serio mucho—pero al final había hecho caso a las palabras de su sabia amiga.

Los padres del castaño lo habían saludado con una sonrisa y a él no le había quedado más remedio que sonreír de vuelta. Se sentía como un hipócrita, pero pensó que quizá no sería buena idea turbar más las aguas en este momento. Quizá más adelante estallara y les gritara la verdad a la cara, pero justo ahora no se sentía adecuado.

Ni siquiera se molestó en tocar la puerta de la habitación, simplemente irrumpió en ella y se paró en el umbral, viendo a Chaud recostado en su cama, quien levantó la vista del computador portátil en su regazo y en cuanto lo vio, posó la vista de nuevo en la pantalla, ignorándolo.

Froid estuvo tan cerca de insultarlo, pero se contuvo y cerró la puerta detrás de sí. Se encaminó hacia la cama y se detuvo al lado opuesto de donde Chaud estaba acostado. Terminó sentándose sobre el suave edredón con su mente trabajando por conseguir algo para decir, algo que no fuera una completa estupidez.

El rubio estaba en medio de un debate emocional cuando su infantil cerebro captó que la película que se estaba reproduciendo en la computadora de Chaud era la secuela de Los Increíbles, por lo que casi saltó sobre su puesto y se acomodó junto al castaño, dejando de lado el hecho de que estaban enojados el uno con el otro. Su cabeza cayó sobre el pecho de Chaud y se quedó allí.

El mayor no hizo nada para apartarlo, cosa que Froid estaba temiendo desde lo más profundo de sí. Al contrario, el rubio fue capaz de escuchar—dentro del calmo ambiente—la manera acelerada en la que el corazón del castaño estaba latiendo bajo su oído.

—Estás feliz de verme —afirmó con una sonrisa.

Pasaron unos segundos en silencio, hasta que sintió la mano de Chaud posarse sobre su cabello y acariciar los rubios mechones.

—Lo siento —respondió Chaud, tan bajo que Froid apenas lo escuchó de milagro.

Decidió no decir nada más, así que se acercó aún más al toque del más alto como un gatito y se dispuso a observar la película con el corazón y la mente en paz por primera vez en tantos días.

Adversarios [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora