Fluyendo

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Froid.

—Da un paso a la izquierda... ¡A la izquierda! ¡Esa es la derecha!

—¿Tu izquierda o mi izquierda?

—Tenemos la misma izquierda, idiota. Dije un paso, no que me llevaras a China caminando.

Froid se encontraba subido en los hombros de Chaud, intentando limpiar sobre el armario de los vestuarios, ya que necesitaban hacerlo para que dejara de caer polvo en cuanto alguien lo abría. 

Froid arrastró el trapo limpio sobre la polvorienta superficie de madera, torciendo su boca con disgusto cuando la suciedad quedó adherida al material.

—Estás algo pesado, ¿no? —comentó Chaud mientras movía sus manos para sujetar las piernas de Froid y que éste no tuviera un caída mortal.

—¿Quieres decir que estoy gordo? —preguntó el rubio con un fingido tono de indignación.

—Solo estás no ligero  —respondió Chaud.

—Es porque mi abuela está de visita. Esa mujer quiere verme convertido en una bola de grasa —Froid pasó el trapo con fuerza sobre la sucia superficie otra vez, dejándola todavía más limpia.

—Ojalá mi abuela no me odiara —comentó con pesadumbre Chaud.

Froid frunció el ceño mientras se inclinaba un poco hacia la derecha, obligando a Chaud a que se moviera un paso a la derecha también.

—¿Qué clase de abuela odia a sus nietos? —preguntó con extrañeza.

—La mía —todavía lo escuchó soltar un suspiro después de responder—. A ella no le cae muy bien mamá y nos odia a ambos, mi papá dejó la oportunidad de estudiar leyes fuera del país cuando se enteró que mamá estaba embarazada.

Froid pensaba que era una historia bastante triste. No podía imaginar a su propia abuela odiándolo, no podía imaginar recibir miradas de odio en lugar de maternales y hogareños abrazos y, sobre todo, no podía imaginar que su abuela no se preocupara por no verlo comiendo cada media hora. Definitivamente no podía imaginar su vida sin su abuela, había sido una figura muy importante durante toda su vida.

Froid se bajó de los hombros de Chaud con un poco de su ayuda y se sacudió el polvo de las manos, dejando el trapo sucio a un lado.

—Que estúpida vieja —comentó con naturaleza, negando con la cabeza en desaprobación.

Chaud rió por lo bajo:— Lo sé —se encogió de hombros.

—Es bastante triste, todos deberíamos poder sentir el amor de nuestras abuelas; las ancianas tienen el poder de hacerte sentir como Barack Obama.

—¿Y cómo es eso? —preguntó Chaud con el ceño fruncido.

—Alguien negro e importante en pleno comienzo del siglo XXI —respondió Froid, guiñando uno de sus ojos con complicidad.

Chaud soltó una carcajada mientras le daba un pequeño zape en la frente.

Adversarios [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora