Extraño en general

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Chaud.

—Es horrible que usen animales —exclamó con tristeza Chaud mientras observaba a la rana estirada sobre la bandeja de metal; sus patas estaban agarradas con un par de alfileres y tenía una gran cocedura desde el inicio de su estómago hasta debajo de su barbilla.

Su compañero rubio se acercó y se quedó a un lado suyo, observando al animal.

—Nunca hago esto, es asqueroso —respondió Froid, estremeciéndose levemente.

—No es asqueroso, es triste —Chaud frunció su ceño—. ¿Por qué tenemos que usar animales reales? —preguntó.

El tema de los animales y como eran tratados actualmente era algo demasiado sensible para él. Chaud era un amante de los animales, todos y cada uno de ellos. Si una araña se metía en su habitación, él simplemente buscaba la manera de sacarla sin hacerle daño.

—Todos aman los animales hasta que les ponen una deliciosa hamburguesa doble en frente —respondió Froid con un bufido mientras se giraba para empezar a ordenar el aula.

—En realidad, soy vegetariano —Se giró sobre sus talones para ver a Froid con un par de instrumentos químicos en sus manos mientras lo miraba entre sorprendido e incrédulo.

—¿Nunca has comido carne? —preguntó con sus cejas levantadas.

—Obviamente, idiota, cuando era un niño, pero ya no más —respondió—. No sólo los peces son amigos y no comida sino también el resto de los animales.

—Las cucarachas no son amigas de nadie, son asquerosas —dijo Froid mientras caminaba hacia el armario y ponía allí los distintos instrumentos que había recogido.

Chaud pensaba que todos y cada uno de los animales, por más feos y asquerosos que lucieran, tenían derecho a vivir. Nadie debería matar ni a la más insignificante hormiga.

—Este chico asqueroso de nuestra clase, David, creo que no se ha dado una ducha en su vida y nadie soporta estar a su alrededor más de dos minutos después de la clase de gimnasia, pero nadie ha tratado de matarlo con un chancletazo —respondió.

Froid se giró hacia él, mirándolo con algo de burla.

—¿Acabas de decirle algo malo a alguien que no soy yo? —preguntó con incredulidad, con una mano en su pecho y la boca abierta en una falsa señal de sorpresa.

—No —bufó—, solo he dicho la verdad. Puede llegar treinta minutos antes y ducharse aquí, las duchas tienen agua tibia.

—¿Cuánto es lo máximo que has durado sin darte una ducha? —preguntó Froid caminando hacia él.

—¿Qué clase de pregunta es esa? —Chaud frunció su ceño.

El rubio hizo un gesto con su mano, restándole importancia: —Solo dime.

Chaud rodó los ojos, sabiendo que no lo iba a dejar en paz hasta que respondiera, así que hizo memoria.

—Creo que dos días, cuando me sentí tan enfermo que si me levantaba de la cama vomitaba mi estómago —respondió—. ¿Tú?

—Una semana —Froid sonrió feliz al mismo tiempo que alzaba la barbilla con orgullo.

—¿Una semana? Eso es asqueroso, ¿por qué-

—Gané cincuenta dólares por ello, no puedes juzgarme —Lo cortó el rubio con su sonrisa  llena de orgullo.

Chaud hizo una mueca de asco al mismo tiempo que se recogía las hojas que estaban sobre el escritorio del maestro y se dirigía a la basura para depositarlas allí.

—De todas formas... ¿Qué clase de conversación es esta? —preguntó Chaud negando con la cabeza.

—De la clase que tenemos cuando no estamos insultándonos —respondió con simpleza el rubio.

Entonces Chaud se dio cuenta de que antes del castigo esta clase de conversaciones no existían entre ellos, literalmente se hablaban para discutir, de lo contrario, ni lo hacían. La situación en general se estaba poniendo bastante rara.

Adversarios [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora