Capítulo especial: ¿por qué el sol es importante para las abejas?

34.3K 3.9K 4.2K
                                    

Froid.

El rubio había estado tirado en su cama durante todo el día, estaba viendo una nueva serie sobre reyes, reinas, política, magia y un montón de drama que ya lo había hecho llorar como bebé en más de tres ocasiones. Pero no es como si hubiera preferido pasar  el día de otra manera.

Hace media hora había tomado una ducha por petición de su madre, quien había entrado a su habitación alegando que era un flojo de mierda y que si no tomaba, al menos, una ducha en ese mismo instante, tendría que aspirar las alfombras y lavar los baños. Froid había parecido un resorte por la velocidad con la que se levantó del nido que era su cama. Aun así, se las había arreglado para hacer un espacio en la ducha, apoyar su teléfono dentro y seguir viendo la serie. Primero habiéndole cubierto la cámara con un trozo de cinta de color, él había visto Black Mirror. 

Eventualmente, había tardado más de media hora allí dentro, así que su mamá había cortado el servicio de la luz durante unos segundos, lo que causó que el agua cayera diez veces más helada y Froid se sobresaltó tanto que terminó tirando su teléfono al piso. Afortunadamente no se rompió al frente, pero si por detrás.

El muchacho había estado de mal humor, aspirando la alfombra de la sala de estar con mala cara y una serie pausada que tendría que esperar para poder ser vista por completo.

Su domingo iba bastante aburrido, más de lo normal. Tanto así, que después de terminar con los baños, ahora estaba sentado en la encimera de la cocina, cocinando pasta con su mamá.

—Mamá, ¿crees que si los alienígenas nos visitan algún día se llevarían los tesoros más preciados de la humanidad? —preguntó Froid.

El rubio observó a su mamá detener el cuchillo con el cual estaba cortando el tomate mientras enarcaba una ceja en su dirección.

—¿Qué?

—Sí —el rubio balanceó sus piernas—, al parecer ahora sabemos con certeza que ya han venido algunas veces pero todavía no han hecho nada.

—Bebé —Claudia sonrió, posando su vista de nuevo en los tomates—, dudo que haya algo en este planeta que le interese lo suficiente a una sociedad extraterrestre que ya cuenta con el desarrollo suficiente para hacer viajes turísticos por el universo.

—¿Qué pasa si ellos no tienen a una Lady Gaga y vienen por la nuestra?

—Estaremos batallando, entonces  —ella se encogió de hombros—. Con Stefani no.

En ese momento, el timbre sonó y Froid aprovechó para salir de la cocina hacia la entrada, riéndose cuando escuchó que su mamá lo estaba insultando por andar en calcetines. Su sonrisa se quiso hacer más grande en cuanto vio la mata de rizos que apareció en cuanto abrió la puerta, sin embargo, lo disimuló bien, recargando su cadera en el marco de la puerta.

—¿Qué hay de nuevo, viejo amigo? —saludó.

Chaud le sonrió y el corazón de Froid hizo una voltereta.

—Hola —el castaño parpadeó levemente, sus manos entrelazadas juguetearon entre ellas al mismo tiempo que su dueño se mordía el labio inferior—, ¿estás ocupado ahora? Necesito hablar contigo.

—¿Qué cosa es algo? —preguntó.

Vio a Chaud removerse inquieto en su lugar, su mirada clavada en el piso.

Adversarios [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora