Callar y entender

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Froid.

Había una sola razón por la cual Froid no podía apartar los ojos de Chaud, pero él simplemente tenía mucha vergüenza para admitirla; la emoción creciendo y floreciendo en su estómago, el cosquilleo en su pecho y sus pulmones llenos de aire fresco que dejaba escapar continuamente en profundos suspiros. Él realmente, realmente, nunca imaginó que podría llegar a sentirse así. Todavía sentía que no tenía las palabras para describirlo, solo se sentía atontado

Probablemente era menos dañino decir que simplemente se sentía feliz. Feliz consigo mismo, feliz con su vida y feliz con la forma en que estaba yendo. Así que no se sorprendió tanto cuando Chaud dijo:

—Le han pagado la fianza a Greg.

Su mirada azul permaneció al frente, sobre la vacía carretera que estaban atravesando en el auto de Chaud: el castaño estaba llevándolo a casa después de su arduo entrenamiento. Este día había sido especialmente más pesado que cualquier otro ya que Froid había tenido que presentar evaluaciones como un maniático. Aún no lograba entender porqué demonios los profesores preferían evaluar sus conocimientos justo ahora, cuando las notas ya no valían para nada. ¡Estaban a menos de un mes de su graduación, por Dios!

Pero en fin, volvió en sí con una leve sacudida

—¿No le han dictado una sentencia o algo así? —preguntó, sintiéndose más confundido que otra cosa.

—Libertad bajo fianza —respondió Chaud, una sonrisa irónica apareció en su rostro, una que logró que la incomodidad creciera en las entrañas de Froid—. El juez dictaminó que debido a su impecable historial, le permitiría salir bajo fianza por esta vez. 

Froid lo miró, incrédulo.

—¿Qué carajo? ¡Golpeó a un jodido menor de edad! —su ceño se frunció.

—Realmente ya no me importa —observó a Chaud apretar sus manos en el volante, en contraste a lo que estaba diciendo—. Si no se acerca a mí, entonces todo está bien. La vida continúa.

Ambos se sumieron en unos segundos de silencio, en los que el rubio se mordió el labio inferior con rudeza.

—¿Les...? ¿Les contaste sobre...? —el nudo en su estómago se construyó en segundos mientras veía la expresión del castaño endurecerse sin apartar su vista del camino.

—No —respondió simplemente Chaud.

Froid soltó un suspiro, dejándose caer contra el asiento del copiloto y concentrando su mirada en el paisaje pasando rápidamente detrás del vidrio de la ventana. Se recordó a sí mismo respirar profundo y hondo, acallando los mil reclamos que quería hacer. Él no era absolutamente nadie para juzgar a Chaud—para juzgar a cualquiera, en realidad—. No podía entender ni compartir su decisión, pero no iba a opinar nada al respecto. Si Chaud no quería comentarlo y seguir adelante, entonces él se guardaría sus opiniones e intentaría dejarlo igualmente atrás.

Tal vez algún día Chaud se sentiría listo para hablarlo, y Froid estaría allí con él.

—Está bien —susurró por lo bajo, pero debido al silencio dentro del vehículo, el mayor todavía alcanzó a escucharlo.

—¿Lo está? —preguntó casi de inmediato.

Entonces Froid despegó su vista de la ventana, la posó en el castaño y, con suavidad, posó su mano sobre la de Chaud, quien ahora la tenía cerrada alrededor de su propia rodilla. Suave, pero reconfortante, le dio un apretón y cuando él lo miró de reojo, sonrió tan genuinamente como pudo.

—Está bien para mí si está bien para ti —le aseguró—. Eres fuerte. En cinco mil años vas a crecer tanto que te comerás al resto de los planetas —añadió, encogiéndose de hombros y volviendo a acomodarse en su asiento. Levantó una ceja ante la expresión sorprendida del mayor—. ¿Qué? Yo también veo Nat Geo de vez en cuando. 

Adversarios [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora