Froid.
—Hola, ser sublime y magistral que ilumina mi miserable existencia.
El calor recorrió sus mejillas en cuanto Chaud tomó asiento junto a él. Instintivamente se aseguró de que ninguno de sus compañeros lo hubiese escuchado y una vez lo comprobó, rodó los ojos y ocultó su sonrisa como todo el profesional que era.
—Hola, ser raro, extraño, singular, irregular y atípico —respondió.
Chaud le sonrió brillante y dejó caer su cabeza sobre su mesa, justo en frente suyo. Froid se inclinó hacia atrás en su silla y se cruzó de brazos. Segundos después, el castaño levantó su cabeza del puesto y lo miró con una expresión de tristeza.
—Hazme mimos —Le pidió, tomando su mano y poniéndola sobre su cabeza, acomodándose nuevamente en su lugar.
—Ve y pídeselos a Zack —Retiró su mano y se volvió a cruzar de brazos.
Observó a Chaud levantarse y recostarse contra el respaldar de su silla, viéndolo con una expresión divertida. Él solo rodó los ojos.
—Zack no sabe mimar —respondió Chaud.
—¿Y tú cómo sabes eso? —preguntó con el ceño fruncido.
Chaud soltó una carcajada mientras lo envolvía en un abrazo, aunque trató de apartarse, no lo logró—en el fondo porque tampoco quería—y terminó siendo espichado contra su cálido pecho. Trató de ignorar las cosquillas en su estómago y la sonrisa deslizándose por su rostro.
—Te juro por mi ejemplar de varita de madera de fresno y núcleo de cabello de unicornio que nadie más que tú y mamá es digno de acariciar mi cabello Pantene —Le dijo y Froid estuvo cerca de soltarte algún insulto, pero se detuvo en cuanto Chaud depositó un tierno y suave beso en su mejilla izquierda.
No sabía que estaba más próximo a explotar: sus mejillas por la vergüenza o su corazón por el inmenso cariño que sentía por Chaud. Cualquiera de las dos opciones era terrible.
Estaba empezando a sonreír y girándose entre los brazos del castaño para poder verlo a los ojos, pero a mitad de su camino su mirada se encontró con la de uno de sus compañeros de equipo; Sebastian. El muchacho los observaba a ambos con una ceja en alto, por lo que el rubio apartó con brusquedad al castaño de sí, tragando saliva y con el miedo creciendo en la boca de su estómago.
En ese preciso momento, el profesor de Lengua entró en el aula, por lo que Froid se salvó de darle una explicación a Chaud. Pero eso no fue necesario, ya que notó que el mayor se había dado cuenta de la situación cuando, dos minutos después, tomó su mano por debajo de la mesa y le dio un leve apretón.
Su corazón dio un brinco ante el bonito acto de comprensión, se giró hacia él solo para verlo sonriendo y mirando hacia la pizarra.
¿Qué había hecho él para merecerlo?
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Adversarios [EDITANDO]
Novela JuvenilChaud y Froid han sido enemigos desde que tienen memoria, siempre andan discutiendo y peleando, jamás han logrado mantener una conversación que no termine en insultos o en un castigo en la dirección. Los maestros, directivos y hasta el conserje, han...