Más íntimos

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Chaud.

Sus párpados empezaron a revolotear un poco en cuanto sintió cosquilleos en sus mejillas; cálidos labios haciendo contacto con ellas y la voz ronca de recién levantado de Froid provocándole una sonrisa.

—Levanta el culo un año más viejo, solecito —Le dijo el rubio en el oído, haciéndolo estremecer.

Se removió en su lugar, abriendo los ojos finalmente y dejando salir un gran bostezo. Se talló los ojos para tratar de eliminar los restos del sueño en sus ojos. La luz del día ya se colaba a través de las cortinas cuando sintió el peso de Froid encima de su espalda debido a que había dormido boca abajo.

—Mmm —Se quejó, aplastando su rostro contra la almohada e inhalando el suave aroma a lavanda.

—Vamos —animó Froid, removiéndose encima suyo—, interrumpí mi hermoso sueño para que seas el afortunado cumpleañero de ver este hermoso rostro antes que otros.

Eso lo hizo volver a sonreír, aplastando esa ridícula sonrisa contra la almohada porque se sentía tan avergonzado de sí mismo. Quería tanto a Froid que le avergonzaban los latidos descontrolados de su propio corazón.

Se giró en la cama de un movimiento, sorprendiendo al menor y posándolo debajo suyo, encerrándolo con ambos codos apoyados a cada lado, dejando sus rostros a centímetros de distancia.

—Hola —saludó, bajito, Froid con una suave sonrisa.

El pecho de Chaud se infló de amor al ver las mejillas sonrojadas del menor y aquella pequeña y tierna sonrisa. Eran muy pocas las veces en las que podía apreciar la faceta introvertida de Froid, pero la amaba con locura.

—¿No está supuestamente prohibido que entres a esta habitación? —preguntó. Observó a Froid rodar los ojos.

—No lo estaría si no hubieras caído en esa broma de gemidos —Le reprochó, estrechando sus ojos—. Además, todos están durmiendo ahora.

Chaud estuvo de acuerdo con un quejido bajo en su garganta y Froid negó levemente con la cabeza, sonriendo, recorrió su rostro con ambas manos, acariciándolo con suavidad y deslizando su mirada por las partes que sus dedos estaban rozando.

—¿Puedo recibir mi beso de cumpleañero? —preguntó estirando los labios en su dirección.

—Primero lávate el hocico, puerco de corral —Le respondió Froid antes de darle un empujón y salir de la cama rápidamente.

Chaud rió ruidosamente, extendido en la suave cama y observando a su chico caminar hacia la puerta, abrirla y darse media vuelta de nuevo.

—Y hazlo rápido —dijo—, puede que haya preparado algo para ti en la cocina —canturreó antes de salir de la habitación y cerrar la puerta.

Chaud suspiró, sintiéndose tan feliz como hace tiempo no lo hacía.


Adversarios [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora