En pleno siglo XXI

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Chaud.

—Ayer estaba leyendo algo... —empezó.

—No me interesa saber cómo cogen las tortugas, por qué todos creíamos que Cenicienta tenía el collar del mismo color que el vestido o si en el 2050 podré adoptar un panda —le respondió de inmediato Froid, sin siquiera mirar en su dirección.

Chaud estiró sus labios con desánimo.

—Pero no sabes lo que iba a decir —se cruzó de brazos en su asiento. 

Ambos estaban teniendo una cita en Malteadas Locas, después de lo que parecieron siglos, compartiendo una tarde agradable de sábado.

—Mi cerebro es superior —el menor se encogió de hombros.

Chaud bufó, estando consciente de que el rubio solo lo decía para molestarlo, porque ambos todavía sabían que Froid soportaría una cantidad inmemorable de sus datos biológicos y científicos.

—En realidad era una historia de romance —continuó—, y hubo un momento en que disocié porque el interés romántico de la protagonista empezó a sentirse como una píldora de amitriptilina —sus manos se apoyaron sobre la mesa, rozando voluntariamente las de Froid—. Lo más sorprendente es que de hecho no terminó mal. Digo, era claro para todos que tenía un tipo de dependencia emocional que nunca se trató como esperaba —su ceño se frunció, posando su vista sobre sus dedos y tratando de organizar sus palabras—. Yo... Estoy enamorado de ti, lo sé —sus mejillas todavía se sonrojaron ante la confesión—, pero... Nunca soportaría que nos convirtiéramos en eso. Creo que estaría perdido si alguna vez mi cabeza se tuerce tanto que termino sintiéndote como un escape y no como un apoyo —reflexionó para sí mismo—. No estás aquí para salvarme y llevarme a un mundo donde no tengo absolutamente ningún problema emocional. Eres una persona, tu propia persona, y nunca debería llegar a sentir que eres toda mi estabilidad emocional. No quiero poner esa responsabilidad sobre tus hombros.

Sus ojos subieron cuando la mano de Froid se posó con suavidad sobre la suya, dándole un leve apretón y animándolo a continuar. Chaud medio sonrió.

—Ninguno de los dos va a depender del otro, de nadie más que de sí mismo —añadió—. Vamos a ser una relación sana en pleno siglo XXI.

Vio a Froid sonreír, con sus ojos brillantes y mirándolo de una forma que le removió el corazón.

—Lo seremos —concordó el rubio, aún sin soltar el agarre sobre su mano—, lo prometo.

Adversarios [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora