Froid.
Froid podría ser un estúpido en física, química y matemáticas, pero si había algo en lo que era malditamente eficiente, además de valer verga en la vida, era el fútbol. Entrenaba hace más de seis años y hubo un tiempo en el que el fútbol lo era todo para él; llegó a descuidar todo lo demás en su vida por correr detrás de aquella pelota y meterla en dentro del arco. Eso fue alrededor de los quince o dieciséis años, fue cuando empezó a volverse muy bueno en ello, aun así sus papás le llamaron la atención y tuvo que bajarle a su fiebre futbolera.
Ahora, no quería sonar como un arrogante—en realidad le daba igual pero déjenlo intentar ser humilde—, pero el que estuvieran allí, en la fiesta del año debido a que el equipo de la escuela no ganaba un partido hace mucho tiempo, se debía un poco a él y sus cinco tiros al arco acertados.
Estaba de pie en una de las esquinas de la habitación, de buen humor mientras observaba a los demás miembros del equipo competir en el juego de encestar pelotas de ping pong en vasos llenos de cerveza. Algunos de ellos ya estaban tambaleando durante sus tiros y riendo sin razón alguna.
—¡Froid! —Austin, el capitán del equipo, llegó a su lado, pasándole el brazo sobre sus hombros y recostándose un poco; evidentemente ebrio— ¿Cómo está la estrella de la noche? —preguntó, sus ojos verdes entrecerrados y su sonrisa ladina. Sus manos se dirigieron sobre la cabeza del rubio y acomodó mejor la corona de cartón allí encima.
—Estoy bien —respondió con una sonrisa, intentando ocultar detrás de ella lo mucho que le incomodaba el contacto físico.
—Hombre, que se-sepas que todos aquí te entregaríamos el culo en agradecimiento por lo de hoy —comentó Austin, aún recostado sobre Froid para evitar caerse. Los demás muchachos presentes, y que lo escucharon, gritaron de acuerdo.
—No, gracias —respondió Froid.
—Le devolviste la dignidad al equipo —Austin le palmeó la espalda para después finalmente dejarlo en paz y dirigirse al juego con los demás.
Froid rió en cuanto lo vio caer sobre la mesa, derribando todos los vasos y provocando un desastre.
Se dio media vuelta para subir las escaleras y encaminarse al baño ya que hace más o menos veinte minutos que tenía ganas de orinar. Estaba terminando de subir las escaleras cuando una pareja apoyada en la baranda y besándose llamó su atención. Iba a pasar de largo, pero entonces observó bien y el vaso con cerveza que sostenía se le resbaló, con tan mala suerte que el contenido cayó sobre de las botas de Grace.
—¿Qué...? —La castaña se apartó de Chaud con un grito ahogado mientras observaba sus zapatos empapados de cerveza.
Ambos castaños levantaron su vista hacia Froid.
—Yo-uh... Lo siento, no era mi intención, Grace. Se me ha resbalado y-
—¿¡Cuál es tu jodido problema!? —gritó Grace, interrumpiéndolo.
Froid parpadeó, un poco asombrado y ofendido.
—¿Qué? —preguntó, sin entender.
—Sí, pareces que odias a todo el jodido mundo —Continuó gritándole Grace—. No es nuestra jodida culpa que vivas amargado y no puedas sacarte ese palo del culo desde el día en que naciste.
—Grace... —Chaud observó la escena preocupado, acariciando el brazo de la muchacha, buscando calmarla.
—No quieras iniciar una discusión conmigo, Grace, porque te aseguro que morderás la acera y no te quedará dignidad por recoger cuando acabe contigo —amenazó. ¿Quién mierda se creía para gritarlo así? Había dicho que lo sentía.
La castaña pareció considerarlo unos segundos mientras ambos se veían al rostro seriamente. Ella terminó dándose media vuelta para subir las escaleras y desaparecer por el pasillo que llevaba hacia el baño.
—Froid-
—Ha sido un jodido accidente —interrumpió a Chaud—. La que tiene un palo metido en el culo es otra.
—Lo sé —respondió Chaud, frunciendo sus labios juntos, lo que le hizo recordar a Froid que ambos se habían estado comiendo la boca segundos antes—. Ha estado estresada durante toda la noche y-
Froid no estaba seguro de porqué hizo lo que hizo, pero realmente no lo pensó mucho cuando volvió a interrumpir al castaño, preguntando: —¿Me llevas a casa?
Chaud lo observó durante unos segundos, parpadeando en silencio y el rubio pensó que se iba a negar, pero él solo asintió y ambos bajaron las escaleras para después caminar hacia la salida. Algunas personas los llamaron a sus espaldas pero ambos hicieron caso omiso y terminaron saliendo de la casa y caminando hacia el auto de Chaud.
—¿Están saliendo? —preguntó Froid después de que ambos se metieran en el auto y se abrocharan el cinturón de seguridad.
—No —respondió Chaud después de unos segundos.
—Pero se estaban besando...
—¿Y qué con eso? —preguntó el castaño, encendiendo el auto para luego empezar a conducir.
—Pues... es lo que las personas que salen... hacen, ¿no? —Frunció su ceño.
Observó a Chaud reír con ganas por al menos diez segundos mientras negaba con la cabeza.
—Eres demasiado lindo, ¿lo sabías?
Sus mejillas se sonrojaron tanto que tuvo que girar su vista hacia la ventanilla para evitar que Chaud lo viese.
¿Lo había llamado "lindo"?
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Adversarios [EDITANDO]
Ficção AdolescenteChaud y Froid han sido enemigos desde que tienen memoria, siempre andan discutiendo y peleando, jamás han logrado mantener una conversación que no termine en insultos o en un castigo en la dirección. Los maestros, directivos y hasta el conserje, han...