Chaud.
Chaud estaba tan feliz últimamente, que tenía miedo de que en cualquier momento todo se viniera abajo.
Es decir, su vida ahora se centraba en Froid. Froid, Froid, Froid. Todos los días, todas las tardes y todas las noches. El pequeño rubio vivía en su cabeza 24/7. Incluso cuando salían de la escuela, llegaban a sus respectivas casas y lo primero que hacían era escribirse mensajes por WhatsApp. ¿Era normal que sintiera que su vida giraba en torno al chico del que estaba enamorado?
Chaud no era una persona pesimista por naturaleza, sin embargo, desde que vió esa dolorosa película romántica la noche anterior, no pudo evitar pensar en lo que pasaría si las cosas con Froid salieran mal. Estaba bastante seguro de que podría sufrir alguna crisis emocional si lo que tenía con Froid se veía arruinado de cualquier manera. Aunque eso era otro tema.
¿Qué demonios era lo que tenían? Estaba seguro como el infierno de que ya habían superado la fase de "mejores amigos", entonces, ¿qué seguía? ¿Debería pedirle que salieran? ¿Acaso ya lo estaban haciendo?
El sonido de su teléfono ganó su atención. Lo tomó para responder y lo hizo aún más rápido en cuanto vio el "Gnomo de jardín mágico" en la pantalla.
—Holi —atendió.
—Estoy teniendo un ataque de pánico.
Chaud se quedó en silencio, esperando escuchar algún signo de que lo que Froid le dijo era cierto, como respiración agitada o llanto, pero solo hubo silencio.
—¿Es en serio o...?
—Chaud, por favor.
—Bueno, no deberías jugar con eso, por lo que tengo entendido los ataques de pánico son algo serio —Se defendió.
—No estoy de humor para reflexiones morales, todavía soy un adolescente —Le respondió Froid—. Y que esté mal no significa que no debamos hacerlo.
Chaud dejó salir una risa baja mientras se encaminaba a la puerta de su habitación y la cerraba, solo por privacidad. Se dejó caer en su cama y habló:
—De hecho, significa exactamente eso.
Escuchó al rubio bufar al otro lado de la línea y casi pudo imaginarlo rodando sus ojos.
—En fin, el punto es que acabé de escuchar a mis padres hablando sobre nuestra condición. No de nosotros en específico, más bien de mí, pero-
—Froid, no hables de nuestra orientación sexual como si fuera SIDA —Rodó sus propios ojos—. Escuchaste a tus padres hablando sobre tu posible homosexualidad —corrigió—, ¿y entonces?
La línea se quedó en silencio durante unos segundos en los que Chaud casi cree que Froid colgó, hasta que éste último volvió a hablar:
—Ellos... —Lo escuchó nervioso, con su voz temblando—. Pienso que ellos estarían bien con ello, Chaud.
—Creí que ya sabías eso —respondió con sinceridad—. De hecho, hablé sobre mi sexualidad con tu mamá la semana pasada.
—¿¡Qué!? —chilló el rubio— ¿C-cómo es que eso pasó y no me dijiste nada?
—¿Tenía que? —Chaud se encogió de hombros.
Escuchó a Froid bufar al otro lado de la línea, volviéndose a quedar en silencio, pero esta vez él era consciente de que estaba procesando todo lo que estaba atravesando su cabeza.
—N-no creí que sería fácil para ellos —Volvió a hablar el rubio, su voz crudamente sincera—. Es decir, ellos siempre me enseñaron a no juzgar, pero no sé, tenía un poco de miedo de que para ellos fuera diferente apoyar cuando se trataba de su propio hijo.
—Comprendo —susurró Chaud.
—¿Debería...? —Froid dejó la pregunta al aire, pero Chaud la captó de inmediato.
—Cuando estés listo, pequeña abeja, siempre cuando estés listo —dijo con amor.
Ambos se quedaron en silencio nuevamente durante unos segundos, hasta que Froid respondió:
—Lo sé —Suspiró—. ¿Y de dónde carajo sacaste ese apodo de mierda? ¿"Pequeña abeja"? —preguntó, incrédulo— A nadie le gustan las putas abejas.
Y entonces Chaud estaba riendo fuertemente.
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Adversarios [EDITANDO]
Teen FictionChaud y Froid han sido enemigos desde que tienen memoria, siempre andan discutiendo y peleando, jamás han logrado mantener una conversación que no termine en insultos o en un castigo en la dirección. Los maestros, directivos y hasta el conserje, han...